Una historia de historias

Pocas horas antes empezar un nuevo año descubre que en una mano tiene su alma y en la otra inseparablemente la soledad, así empieza...

La historia de Javier

Criado con lo justo, económicamente y afectivamente, en una pequeña casa sin palabras pero con muchos gritos, con pocas caricias y muchos golpes, él fue encontrando su vida en los amigos, en la calle, en las canciones del día a día.

Con sus dieciséis años, ya sabía que quería de su vida, que fuera lejos de su casa, le daban pena sus hermanos, pensar en dejarlos, pero la relación con su padre iba de mal en peor, últimamente el padre encontraba con más frecuencia la botella que las palabras, su madre se sumergía a paso lento en un triste y mudo pantano.

En aquella casa sin árbol de navidad, a eso de las nueve cuando las charlas se habían vuelto un triste balbuceo alcohólico, Javier abandonó el hogar, no necesito desaparecer hacía mucho que allí era un fantasma.

Con la idea de alejarse, subió al primer colectivo que pasaba y viajó durante un buen rato, hasta que decidió que era momento para bajar y seguir disfrutando de la noche bajo las estrellas.

La historia de Mariana

Estudiante modelo en su Córdoba natal, con una prometedora carrera de abogacía. Una familia cariñosa, sus padres y su hermanito, una vida tranquila la cual había sabido compartirla con el mismo novio del secundario que cursaba con ella también en la facultad.

Pero solo la vida sabe las vueltas que recorre, su bella familia se estaba comiendo así misma en una batalla legal por bienes materiales donde rescindían a cada momento los bienes sentimentales. Su novio, aquel que había sabido compartir todo con ella, hoy había encontrado alguien más con quién compartir. Últimamente Mariana se sentía ajena en su casa y en su facultad, decidió irse lejos hasta que las cosas, se acomoden y para acomodarse ella.

Así a sus veintitrés años, terminó viviendo en la casa de una amiga de la infancia en Buenos Aires, al acercarse las fiestas su amiga volvió a la ciudad natal para pasar las fiestas con la familia y aunque la invitó varias veces, prefería quedarse cuidando de la casa y de ella misma, antes que volver.

Esta noche de año nuevo la encontraba muy sola, decidió salir a caminar para calmar los pensamientos con el ruido de sus pasos.

La historia de Mario

Un buen tipo así lo definían sus amigos, con el cual la vida no se portaba bien. De pibe y durante muchos años había sabido trabajar en una fábrica, hoy cerrada, que junto a sus puertas cerró muchas cosas en su vida.

En su tiempo de desempleado, la relación con su mujer había decaído con una velocidad de montaña rusa, llevando a una inevitable separación. De eso ya hacía unos años, pero en los últimos meses su ex, había rearmado su vida, muy lejos de él, haciendo muy difícil ver a sus hijos.

Estas fiestas iban a ser tristísimas, por eso un buen amigo, lo invitó a pasar año nuevo en su casa. A sus cuarenta y dos años, con un trabajo que no sabía más que cubrir lo necesario y que a penas lo separaba de un desempleado, se encontraba viajando con su viejo auto, que además de vehículo era oficina y testigo mudo de sus peores momentos de soledad.

Una luz en rojo de un semáforo, fue el punto de partida de un sentimiento que no lo dejó volver a arrancar una vez cambiada a verde, no quería una familia de juguete para pasar una noche, ahí sentado en el auto, se quedó esperando sin saber que, pero esperando.

La historia de Blanca

Caminaba por su casa, esa que había sabido construir con su marido ladrillo a ladrillo, sentimiento a sentimiento, hoy parecía enorme. Desde que su compañero de viaje, se había bajado de la vida, después de ser consumido desde adentro, la vida había sabido liberarlo, aunque ella se sintiera más atada.

Miraba aquella habitación donde su hijo, se había criado, crecido y aprendido, hoy una eminencia, como lo llamaban, una eminencia que daba cátedra en las universidades más lejanas. Y este año en particular una investigación lo había llevado lejos. Estaba feliz por él, pero solo por él.

La enorme casa construida de recuerdos parecía demasiado pesada para sus huesos cercanos a los setenta años. Necesitaba aire, necesitaba ver gente, necesitaba salir a la calle.

La historia de Año nuevo

Javier con los sentimientos explotando en su pecho, sintió que las piernas se le vencían, la pena vencía, como pudo caminó hasta la plaza que estaba cruzando la calle, se sentó en el primer banco que encontró y con el frío de la noche cálida, dejó caer una lágrima.

Blanca caminaba cansinamente por las calles de su barrio viendo al mismo tiempo todo dos veces, una vez real y otra en el recuerdo, hasta que una imagen supo desprenderla de su obnubilamiento, era un joven de unos dieciséis años que sentado en un banco de plaza, no dejaba de llorar, un llanto casi mecánico pero inenterrumpido, su espíritu de abuela la llevó a sentarse junto a él y charlar, primero con pequeñas palabras, luego con el corazón.

Mario seguía detenido en su auto, sin hacer movimiento alguno, desde aquella luz roja, hasta que la imagen de la plaza de al lado, lo conmovió, esa anciana que se parecía tanto a su viejita y ese chico que era tan su hijo. Cerró el auto, se acercó y con timidez pero con una dulzura que no se conocía preguntó a la mujer, ¿está bien el chico?, cuyas lágrimas ya casi habían dejado de caer. Lo invitaron a sentarse y a unirse a la conversación.

Mariana no sabía cuantas cuadras ya había hecho, pero eran muchas y en cada una había revivo su historia reciente, con el alma cansada se quedó mirando sin poder hacer nada, aquella imagen que la llenó de felicidad y amor, esas tres personas en apariencia tan diferentes, pero tan familiares. En ese instante la mujer del grupo la miró con la sabiduría de los años y el cariño del tiempo, le hizo un gesto para que acerque, presa de un hermoso hechizo la chica se acercó, se sentó en esa mesa de fin año, sin comida, sin confituras ni sidra.

Esa mesa llena de amor de hogar.

Postal de adiós

Hay personas que lastiman.

Quizás por no saber vivir, malviven al otro,
quizás por no poder ser, no dejan ser,
quizás y solo quizás, lastiman cuando quieren amar.

Lastiman a quienes quieren,
lastiman los sentimientos y la confianza,
lastiman y se lastiman.

Será que tus palabras ya no son mis utopías,
será que tu camino ya no es el mio que cruzo,
será que te veo sin luz que ya no me encandilas.
será que...

Hay dolores que curan.

Algún día

Salía de mi casa apurado, como todos los días, cuando de ningún lado sale un chico, de no más de diez años, deteniéndome en seco para evitar el choque, me saco un auricular para enterarme que pasaba.
-Señor, ¿Cree en la magia? -dice el chico.
-Si -respondí sin pensar.
-Entonces, ¿Cúanto pagaría por la magia? -Al mismo tiempo que me muestra el número de una rifa.
-¿El premio es bueno? -le pregunte
-Si si -contestó casi sin dejarme terminar.
-Unos cinco pesos estarían bien -le dije mientras ponía una exagerada cara de seriedad.
La cara del chico se sonrió e hicimos la transacción.
Cuando doy vuelta el número veo la dirección de una esquina escrita, junto a la fecha de hoy y una hora que exigía puntualidad.
-Pibe, no me dijiste que era tan lejos, tengo media hora para llegar después que salgo del laburo -Le grite al chico que ya se había alejado bastante.
-El que cree en la magia sos vos -así me cerró la boca, me quedé pensando como me jodió. Ahí mismo me di cuenta que si no me apuraba iba a llegar tardísimo al trabajo. Estuve todo el día con la idea fija en el número de la rifa, cada tanto lo miraba, creía que me habían jodido, pero después me acordaba de la magia y que el premio tenía que ser bueno, como había pronosticado el chico, sería cierto? lo sabría en poco tiempo.

00:30:00

Terminó la jornada laboral, tenía media hora para llegar, un recorrido que normalmente haría en una, pensando en esto dejé la mochila en el trabajo, no quería que nada me moleste para correr, empecé la carrera y la cuenta regresiva, esquivando la gente, cruzando los semáforos sin mirar, lo único importante era llegar, me lancé en la boca del subte como si fuera una trinchera, cuando terminé de bajar las escaleras descubrí que ahí estaba el subte esperándome, la respuesta era obvia, tenía que saltar el molinete, tropecé y tambaleando sin caerme, entre de cabeza en el vagón, poco antes que cierre las puertas, esquivé las miradas inquisidoras perdiéndome en la muchedumbre y
dirigiéndome a otra puerta.

00:18:47

Salí expulsado del subte derecho a las escaleras, solo una cuadra hasta el bondi, logré alcanzarlo en sincronía y subir sin problemas.

00:14:56

El tiempo pasa de extraña manera cuando estamos apurados, todo nuestro cuerpo se mueve a una velocidad que el universo no reconoce como suya, nos sentimos solos contra el reloj.

00:09:36

¡Este viaje no se termina más!, ya no podía soportar la calma, afuera el cielo se obscurecía y se largaba una lluvia torrencial.

00:01:14

Timbre, escaleritas de un paso, estaba en la calle de nuevo, bajo las estocadas del cielo, solo dos cuadras, iba como llevado por fuerzas ajenas, solo pensaba en llegar.

00:00:02

No sé si fueron mis ya gastados zapatos, la lluvia, las rotas baldosas de Buenos Aires o todo junto, lo que me hizo patinar, cayendo de lado sobre el lodazal de la esquina en cuestión.

00:00:00

Mientras me levantaba con medio cuerpo embarrado, las rodillas aún en la tierra mojada y el número de la rifa milagrosamente inmaculado sostenido en alto con la mano más limpia.
La vi a ella, con su pelo pegado en la cara efecto de la incesante lluvia y con una sandalia rota colgando de la mano, así la vi, simplemente hermosa, eso sin contar que entre los dedos tenía un número de rifa.

No pudimos hacer otra cosa más que reír, mientras recuperábamos el aire de la corrida. Ella me ayudo a levantarme y se saco la sandalia que le quedaba, yo me quité los zapatos y las medias, así nos fuimos caminando felizmente bajo la lluvia. Habíamos logrado algo importantísimo, demostrar la irrefutable existencia de la magia.

Donde no hago pie

Me desperté mirándote a los ojos,
la sábana te acariciaba entredormida,
el sol dibujaba formas en nosotros,
la ventana se sabía vencida.

Una mañana detenida en el tiempo,
envueltos en unas olas blancas,
jugábamos como las hojas y el viento,
llenos de tontas palabras francas.

No podría creer en la fantasía,
mis sueños tendrían tal claridad?
¿por gusto en el Averno, estaría?

La contundente triste realidad,
una vez despierto solo viviría,
esa eterna pesadilla de la soledad.

En el juego de elegir

Cada uno mira su mano, mientras piensa su próxima jugada.

Cada uno observa a su alrededor para ver que está haciendo el otro.

Cada uno discute con su pasado, bajo la lupa del futuro.

Elegir nos hace libres.

Elegir es existencia en estado puro.

Elegir pesará sobre nosotros.

Se supo condenado a vivir.

Se supo condenado a ser.

Fue feliz, entendió que para jugar, solo debía elegir.

Life is a puzzle:

Las personas, los hechos, las cosas, forman parte del rompecabezas diario, que todas las mañanas uno se despierta con la dura tarea de armar, dijo alguien alguna vez, de allí que parte esta búsqueda de un parecido entre este y la vida.

Hay diferentes maneras de lograr que termine armado por ej.: está el que se sienta y no se levanta hasta que termina, el que hace un poquito todos los días, el que lo deja para después (terminándolo con suerte en 25 años) y obviamente el infaltable cómodo que buscará a cualquiera que lo ayude, para después dejarlo solo armando mientras mira y repite: yo te juro que me siento a armarlos pero me termina enervando y lo dejo antes de empezar, no puedo.

Hablando del rompecabezas es imposible olvidar, tocar el tema de la pieza incorrecta, por que uno se ensaña con una pieza que no entra y si embargo lucha por embocarla tanto cuesta buscar otra, no creo que sea el hecho de no admitir la equivocación, será que cuando una persona no encuentra la pieza correcta busca cualquiera que la reemplace para tapar el hueco que queda sin importar al intentar poner esa pieza jodemos el resto, se podría decir que causamos dolor al resto por elegir nosotros incorrectamente sin escuchar consejos.

Al terminar un rompecabezas, comienza una sensación de vacío todo lo que se estuvo construyendo día tras día u hora tras hora, ha terminado solo nos queda la contemplación nuestra obra terminada la cual ya no necesita de nosotros es publica aquello que construimos ladrillo por ladrillo, ya no está, abra que buscar otra para hacer, obviamente después de que nuestro ego disfrute la culminación de nuestra esta.

Este es el último párrafo donde del análisis del puzzle, buscando un parecido entre esté y la vida, buscando una conclusión, donde creo sin equivocarme que todos coincidiremos en que la vida y el rompecabezas son 2 hechos aislados y no tienen ningún punto de comparación.

*

El nombre de rompecabezas viene de sus creadores el sueco Eric Rompel y el español Miguel Cabezas, fue conocido con los nombres de Rompel y Cabezas, Cabezasrompel y Rompelcabezas, este último con el tiempo perdió la L del medio llegando a nuestros días como rompecabezas.

Luces, cámara...

Solo puedo ser, si conmigo estás,
al tocar tu piel me siento renacer,
me reconozco cuando me mirás,
tu aroma no me deja perecer.


Tu ausencia me tiene sin sociego,
un lento asesino es el vacio de la cama,
sin poder verte, me he vuelto ciego,
sin sentirte, me he vuelto un fantasma.


Mis labios perdieron sentido sin tus besos,
mi corazón me abandona sin tu pasión,
sin tu cuerpo no vale la pena tener brazos.


Te miro y no puedo dejar de pensar,
como nos convertimos en esta triste ficción,
donde quedó esa persona que solía amar.

La Cuenta

Un café porteño, oídos sordos de miles de historias, que nos forman como argentinos, ella y el recordaban por que no fue.

Ella con un café con leche adelante, aclaraba lo que de el, no aguantaba, su poco tiempo para ella, su poco interés en lo que ella le quería contar, su familia que invadía su relación y la televisión como escapatoria, que ya había formado un muro entre ellos.

El con un cortado, no fue comprendido, no fue entendido intentaba mostrarle su amor de mil maneras, ninguna le había llegado, ella quería de el, un futuro prometedor, el tenía un presente para darle.

Ella no quería nada más que amor, los lujos no la perdían.

El quería crecer junto a ella, no que el dinero los uniera.

Ella al moverse para pedir la cuenta, golpeo la silla que se encontraba detrás, la de la otra mesa, y a el, cuando lo golpearon desde la mesa de al lado, se tiró el cortado encima.

El se dio vuelta enojado, ella giró para ver que había pasado, ambos se miraron y se olvidaron de la vergüenza, de la quemazón y de recordar solos, como los habían dejado.

*

La realidad es una, pero puede ser maravillosamente cambiante.

A través del arte

¿Dónde estoy?

¿Cómo llegué acá?

Pareciera ser un taller, uno enorme, veo el metal que destella por todas partes con su inconfundible fria luz, aunque la obscuridad no permite ver mucho. Paso a paso recorro el lugar, deseaba encontrar la salida y escapar pero a la vez algo mágico me hacía sentir como en casa.

Como si entraran de ventanas que no lograba encontrar cruzaban el lugar rayos de sol, agregando una nueva vuelta de tuerca al misterio. Cuando me encontraba con la estructura en la penumbra intentaba discernir que era, como un mapa mientras deslizaba la mano por las formas, estas me guiaban por el lugar con total seguridad, mientras mis ojos jugaban con las figuras y los resplandores glaciares.

Una escalera casi invisible me conduce al primer piso, en el cual continuaba la gran estructura y seguía mostrándome el lugar con paciencia y yo me dejaba llevar, una puerta de un celeste intenso abre paso a una nueva habitación, pareciera tener una gran chimenea y algo que no sé describir pero de hacerlo diría que era el mundo mismo, me volví preguntar donde estaría, en ese momento toque una baranda de una escalera verde, bajé. Parecía ser el final del recorrido, ese supuesto mundo que había empezado a conocer en el piso de arriba jugaba con la estructura, seguía sin saber donde estaba pero ya no me importaba mucho, estaba maravillado.

Una puerta de un verde más intenso que la escalera se encontraba al final, puse la mano en el pomo ¿todo terminaría allí?

Atravesé la puerta.

Me encontré sentado en un bar con mi acostumbrado cortado sobre la mesa, con la vista perdida en dirección a unos cuadros.

¿Cómo había llegado acá? y casi al mismo tiempo me hice una nueva pregunta, ¿dónde había estado?

De quien eran

Su vida estaba condenada, destinada a volar
Un ángel le había dado sus alas invisibles
La luz sabía quien era, y como acompañarla.
Ella era la estrella del circo,
y lo único que más quería era escapar.

En las más altas tarimas del circo,
se divisa su figura, recortándose en el fondo.
Después del redoble se lanza hacia el aplauso.
Y solo los niños dicen que pueden ver sus alas,
y solo ella deseaba perderlas.

Ella deseaba volar hacia una vida sin luces
Donde nadie la conozca, donde nadie mire.
Creía en la reencarnación siempre y cuando
No fuera renacer en un pájaro.

Los viejos del pueblo todavía cuentan
la historia de un circo
Donde su figura principal voló más alto
de lo que nadie había imaginado.
Muchos dicen haberle visto alas de mariposa.

Pero las mariposas no pasan de la noche
y al otro día un ángel se calzaba sus alas,
las mismas que había perdido una vez
en un circo.

La fábula del niño y el fantasma

Mi nombre es Lázarus, te sientes tentado a preguntarme mi edad, conformate joven mortal sabiendo que nunca lograrías entenderlo, y si lo entendieras serías parte de lo que guardo. ¿Qué soy? ¿Qué hago? no tienes otras cosas que hacer, tantas preguntas, pero si te intriga te lo diré, soy el guardián de una cueva, seguramente ahora me indagaras sobre la cueva y el motivo, la cueva es aquella más obscura que nunca has logrado imaginar, esa que en tus peores pesadillas apenas ves de lejos, el motivo por ti mismo.
Adentro de la cueva conviven los fantasmas, esos que cada uno fue alimentando con miedos y fantasías truncadas. No es una tarea fácil, luchan por salir, por atacar. Mi trabajo es dejarlos salir solo en una dirección, pueden visitar únicamente aquel que los creo, sino imaginate rodeado de fantasmas de otro. Es interesante como a medida que los humanos viven sus vidas, no tienen menos fantasmas sino más, y más fuertes. ¿Cómo se matan? uff, que difícil es responder eso. He visto personas llegar hasta la puerta de la cueva, y no poder ingresar rompen en llantos pasos antes de la entrada, he visto otros que miran curiosamente desde lejos pero enseguida se hacen los distraídos, yéndose por donde vinieron. Solo un chico venció, no tendría más de diez años, sus padres habían muerto, desde ahí en más rodaba de casa en casa, no importaba la cama ni el cuarto los fantasmas eran siempre los mismos, por qué lo habían dejado solo, quién lo cuidaría ahora, en definitiva la soledad un fantasma de lo más común por acá. Apareció caminando solito en dirección a la cueva, no suelo intervenir pero era tan chiquito, Niño ¿Qué haces por acá, no sabés lo que hay ahí adentro? Le dije. Con su carita de diez años me respondió, señor quiero hablar con eso que viene a buscarme cuando cierro los ojos, con eso que no me deja dormir, con eso que mis padres me dejaron al morir. Nunca me había esperado una respuesta así, sin decir una palabra más me corrí y lo dejé pasar. Los fantasmas tampoco lo podían creer, ellos suelen ir era la primera vez que alguien entraba, todos miraban al niño con gran respeto. Allí sobre una roca esta su soledad, el verlo desplegó sus alas amenazantes y dirigió una helada mirada al pequeño. Con lágrimas en los ojos el jovencito dijo, por qué quieres asustarme desde que ya no están mis padres, por qué quieres que me sienta solo, si mientras guarde en mi el calor de sus abrazos, sus caricias y de sus palabras nunca estaré solo, el fantasma se aclaró hasta desaparecer y el niño despertó con las luces del más hermoso amanecer.

*

Querido contertulio te dejo la moraleja a ti, me están esperando en la cueva.

6to.

Mientras el ascensor bajaba con los últimos pibes de la mudanza, miraba el rellano, la salida de la terraza tapiada le daba un aspecto lúgubre, cerraba la puerta del departametno, cuando de repente ¡Ven! Miro el pasillo no hay nadie, ¿quién gritó?, estoy cansado de la mudanza, mejor va ser ordenar un poco e irme a dormir temprano.

Después de martillar media hora logré sacar las maderas que cubrían las ventanas, ahora que entraba la luz, parecía más viejo y sucio que antes. Faltaba la pintura de las paredes, ¿las habían arañado? ¿Qué habrá pasado acá? para que me la vendan tan barata, pero bueno gracias a eso la había podido comprar. Era una construcción rara de 6 pisos nada más, no muy grandes hay dos departamentos en cada uno, menos en el último, este departamento comparte el piso con la terraza, un edificio antiguo debe tener más de 70 años.

No sé que tienen los vecinos, es como estar en un cementerio, todo en silencio siempre, no se escucha a nadie, cada tanto alguna que otra carcajada, por lo menos alguien se divertía en este lugar.

Ya hace casi un mes que vivo acá, después de varias reuniones aunque la gente me felicitaba por como había logrado arreglarla, aunque la gran mayoría pensaba que no había perdido ese halo fantasmal que siempre había tenido. Las carcajadas y los gritos eran ya algo común, tendría que hablar con la gente del cuarto piso, si algún día los conozco.

Hace poco me disponía a salir cuando, el ascensor poco antes de llegar a mi piso. Paró en seco, quedó en total obscuridad, mientras me acordaba de la familia del señor ascensor, empecé a bajar por las escaleras, eran caracol de madera, cada paso que daba me acompañaba el ruido del crujir, en el tercer piso estaba ese chico, debe tener unos diez años, da escalofrío te mira a los ojos sin hablar, con la cara en blanco, seguro es mudo pensé, estaba sentado en la escalera en el último escalón con la vista fija sin mirar como siempre a una de las dos puertas del piso. Permiso le digo con mi mejor modo, convencido de que no escuchaba, cuando estaba por terminar el rellano y seguir bajando, ¡Tendrás que visitarme!, me quedé en seco, había sido una voz fuerte, me había puesto la piel de gallina. Lo miré al chico que pensé mudo, este me miraba pero esta vez horrorizado, comenzó a caminar rápidamente hacía la puerta, cuando llego pateaba y gritaba para que le abran, todavía no entendía que había pasado, cuando quise darle una mano al chico, entre más me acercaba más gritaba, se abrió la puerta, una mujer flaca, consumida con el cigarro en la mano, tomo al chico por el brazo y me dirigió una mirada helada, seguida de un punzante susurro, no se acerque a mi hijo, ni a mi casa, no volveremos a pasar por lo mismo. ¿Qué? respondí, si fuera un hombre inteligente se iría lejos muy lejos de acá, no hay caso siempre trae a los idiotas, sentenció mientras cerraba de un portazo, me quede en blanco que había pasado, quién, porqué, tantas preguntas por hacer, pero en este momento no obtendría ninguna respuesta, lo mejor es seguir mi camino y ocuparme cuando vuelva, va a ser difícil concentrarme hoy.

Cada vez todo se tornaba más extraño, salir de mi casa se había vuelto una tarea difícil, escuchaba risas y gritos apenas abría la puerta, ¡Ven a visitarme! Ven!, entre otras cosas también se oía, que estaba pasando y que me estaba pasando. Siempre había visto a la locura como algo lejano, pero cada vez que salía, el ascensor quedaba a obscuras, las escaleras empezaban a crujir y una risa en increyendo hasta tomar por completo mi cabeza, no pasaron muchos días hasta que decidí quedarme encerrado, tenía terror de salir, que había ahí afuera, no me dejaba de preguntar mientras pasaba la noche en vela mirando por la ventana. Ya era una sombra de mi mismo, piel y hueso, comida la poca que tenía estaba podrida, aunque no era mi mayor problema, los gritos, las carcajadas, los gritos, por todo lados ya solo me podía quedar en el baño, era mi refugio, me quedaba en la bañera acurrucado, ya no tenía donde esconderme, no tardaría poco en entrar, podía escuchar como golpeaba la puerta, ¡por que a mi! me preguntaba entre llantos.

Cuantos días llevo a acá, cuando me llevaría la muerte, dejaría de escuchar esos gritos, esas risas, aquel que tanto desea conocerme se irá, por fin se irá. Con mis últimas fuerzas rompí el espejo, sabía que la muerte no me llevaría, me tendría que ir yo, quizás eso era, lo que me decía la voz, matarme e ir a visitarlo. Me había cortado todas las manos para romper el vidrio, pero ya nada importaba, apoyé el vidrio en mi muñeca izquierda, comencé a presionar, un hilito de sangre corría tímido por mi brazo. La puerta golpeó seco contra la pared, con un ruido como si habría explotado, con el sobresalto me había clavado el vidrio, la sombra en el marco de la puerta era grande y obscura apagaba toda la luz, la risa como una lúgubre campana en mis oídos, sabía quien era y lo que tenía que hacer. Mientras sacaba el vidrio me avalanzaba sobre ese obscuro ser, la sangre salía a borbotones, de mi brazo y poco después de su cuello, ahora si podía descansar.

Un dolor embargaba mi cuerpo por completo, tenía la boca seca parecía como si no la abría usado por mucho tiempo, estaba atado de pies y manos, el brazo izquierdo bien vendado, vestía un conjunto en perfecto blanco haciendo juego con las paredes mullidas, estaba en un hospital psiquiátrico, todo había terminado mi pesadilla y la vida que había llevado hasta ahora. Después de un rato en silencio se abrió, lo que parecía un pesada puerta, la única que había se encontraba recta a mi, delante de mis pies a unos dos metros.

Risa...
Risa...
No debiste matar al pobre bombero que entró a buscarte...
Risa...
Yo siempre te esperé acá...
Carcajada...
Sabría que vendrías a verme...
Carcajada...
Nos divertiremos tanto...
Carcajada.

Grité.

*

Si corriera al norte, despería en el sur.

Frente y contrafrente

Este es uno de esos cuentos raros que uno escribe en un momento particular de su vida.

4:38
La puerta se abrió y golpeo con fuerza contra la pared, y ellos entraron llevados por la pasión, Guido quiso hablar y Andrea le puso el dedo en los labios, no nada más que hablar por hoy.

6:35
–Como siempre, lo nuestro queda entre nosotros–, dijo él.

12:23
Guido se levanta al otro día ya solo, el teléfono no paraba de sonar, levantó el tubo y escuchó, esa vos que tanto conoce:

–Boludo!!, siempre durmiendo, despertate–

Era Marce un amigo de siempre, aunque cuando llama es que ya armó algo y no se podía negar, se dispuso a escuchar.

–Mira, hoy a la noche porque no te venís a comer a casa, ya compre todo, un vinito, no sabés, vení con Fer, que hacemos cena de parejas, no te preocupes nada swinger– se ríe y continua casi sin respirar –Te espero a eso de las nueve y media, son tres cuadras nada más, así que sin excusas, cuidate nos vemos, Traeme los libros!!!–

Todavía tirado en la cama, preguntándose por que su amigo siempre cortaba sin esperar la respuesta del otro, peor aún, no podía entender lo que había pasado ayer, hoy la iba a ver devuelta, pero esta ves, estarían todos, tenía que ir a su casa, tenía q mirarlo a los ojos, tendría fuerzas después haber estado con su novia, no solamente eso tendría fuerzas de mirar a Fernanda. La carne es débil, se repetía, mientras se levantaba, hoy si iba a ser un día largo.

13:06
Andrea también se despertaba, en su departamento, que había pasado ayer, fue todo tan rápido, la noche había empezado con el cumpleaños de una amiga, cuando se encontró al mejor amigo, de su novio, quien era más divertido para hablar que sus amigas, con los años se iban poniendo insoportables. Ya cuando quedaban ellos dos solos en el bar, el se ofreció para dejarla en la casa, y de camino le iba a devolver, unos libros de Marcelo, para que se los alcance, no lo soportaba más, todo los días se los reclama. Al llegar al auto, nos olvidamos de los libros y de nuestras parejas, en el bar nos había dado vergüenza pero ahora no nos veía nadie, y en ese momento nos dejamos llevar y de ahí en más, no había nada más que hablar.

19:02
Compré todo, no? Se preguntaba Marcelo, un asado al horno vamos a comer, uy ya siento el olorcito, y con este vinito, comemos, tomamos y después a los otros dos lo hecho, que el vinito me pone cariñoso, ríe solo.

20:16
Ya esta todo en la asadera, lo pongo en horno me lavo las manos y me empiezo a arreglar. Cuando abre la canilla, esta se rompe, como en una película cómica, el agua empieza a mojar todo y entre más intentaba tapar el chorro, este se escapa para cualquier lado mojando aún más, incluida la cafetera y el enchufe, el chispazo fue lo que faltaba esa noche, después la obscuridad y el ruido del agua que seguía saliendo.

20:23
Guido atiende el teléfono, –No sabés lo que paso, de todo, tengo la casa empapada, a oscuras, un quilombo, a mi solo me pasan estas cosas, pero no importa lo hacemos en tu casa, no te jode–

–No– a penas llegó a decir

–Bárbaro, me cambio y me voy para ya, lo bueno que esta todo en asadera, anda prendiendo el horno, tengo un hambre–

21:48
Después del brindis empezamos a comer, Guido y Andrea, estaban muy callados, Mientras los otros hablaban, aunque siempre era así, Fer era la única que en una mesa podía hablar más que Marce, y juntos se potenciaban.

22:50
Tomando un café y escuchando por tercera vez, como el chorro de agua mojaba toda la casa, y él, cual gladiador, luchaba para controlarlo.
Fer la mira a Andrea y le dice: –¿Qué te pasa hoy, va a los dos, nunca los vi tan bajoneados, qué les pasó?–

–Nada– responden, casi al mismo tiempo

–Contame del cumpleaños, de tu amiga que no me dijiste nada, como la pasaron–, sigue Fernanda la frase de Marcelo, –eso, vos como la pasaste, ayer en esa salida con tus amigos del trabajo–.

–Ahh ellos salen, después, no cuentan, los boludos que nos quedamos en casa mirando la tele, no tenemos derecho a saber nada–. Acota Marcelo.

–Estuvo bien– dice ella.

–Si si, yo también la pasé bien– completa el.

Sin levantar la mirada ninguno de los dos.

–Me pueden decir que carajo les pasa a los dos, no los aguanto con esta cara de culo, parecen que tuvieran vergüenza de mirar, de levantar la cabeza, les pasó algo anoche– dijo levantando el tono Marcelo.

Unas lentas lágrimas empezaron a correr por las mejillas de Andrea, Guido no lo podía creer, veía como se empezaba a hundir. Ella casi sin voz dijo: –Anoche me encontré con Guido en el bar– ante la mirada atónita de los otros dos, Guido termino la frase, no podía dejarla sola, en este momento –Nunca quisimos lastimarlos, pero sucedió así–.

Lo que siguió fue un griterío, acompañado de empujones, insultos y calificativos poco alegres.

23:12
–Me voy, no aguanto más estar acá– Corto la discusión Fernanda.

–Vamos mejor, tenés razón, ¿te tiro?– Respondió Marcelo

Ella asintió con la cabeza, salieron de la casa, se subieron al auto y se fueron.

23:21
–Estos dos mosquitas muertas, al final se despertaron– Rompió el silencio Fernanda

–Son más boludos, no pueden ni sostener una mentira, igual como te dije anoche: Como siempre, lo nuestro queda entre nosotros. Uy los libros y las puta que los parió–.

*

Sería más fácil juzgar si vivieramos de los dos lados.

¿Seré Ludópata?

Nos encontramos como se encuentra a la mayoría de las cosas, sin buscarlas, creimos que tomar una birra en el mismo lugar era una buena idea, charlamos de eso que se charla cuando no se sabe de que, de nosotros, de la vida misma, de como llegamos a estar sentados en ese lugar ese día. Vos venías de cualquier lado, yo seguramente volvía de cualquiera, jugamos como juegan aquellos que perdieron varias veces, cuando el croupier cantó negro el 17. Vimos que el otro estaba tan solo como nosotros y pensamos cuanto más llevadera es la vida juntos, llegaron los vientos y dijimos cuanto más fácil se superan si nos abrazamos. Probamos que para construir no se necesitaba arquitecto, ni plano, ni ladrillos... Así empezamos a edificar, levantamos paredes sin ponerle cemento, si no teníamos ladrillos. Pero la lluvia nos mojaba menos cuando no encontramos techo, el mundo era más claro si lo veiamos al mismo tiempo, no teniamos puerta pero ya habíamos comprado un sommier. No teniamos cubrecama, ni colcha, obvio, si no había mejor forma de dormir que abrazados. Ibamos a comprar una ducha, pero nada superaba un baño de inmersión en los ojos del otro.

Nos mirabamos viendonos a nosotros mismos.
Nos besamos sin creer en el amor.
Nos despedimos sabiendo no volver sobre nuestros pasos.

Cuando por fin vi el paño de la ruleta, el tipo del chalequito ya estaba cantando.

*

Cuando no juego no pierdo, ¿Pero cúando gano?

Desperfecto eléctrico

Mi nombre es Miguel, tengo ahora 47 años, pero la historia que quiero contarles pasa hace unos 25 atrás.

En ese tiempo salía con Mariana, una chica muy especial, que siempre me supo comprender sin importar que pasara, yo sabía que siempre contaba con su apoyo, es más estaba seguro de casarme con ella algún día, aunque no me atrevía a decírselo, miedo puede ser, era más incertidumbre de que no le gustará la idea y me dejara, o que todo cambie, todo estaba tan bien que daba miedo, tocar algo, todo debía seguir así. Supongo que el destino escuchó esta ultima frase, ya que momento más feliz de mi vida me quedé solo, mi familia y Mariana, todo en un momento, un accidente de tráfico, todo por venir a recibirme en el aeropuerto después del viaje que nunca debí hacer, aquel que me aseguraba un trabajo único, pero que me mantendría durante varios años viajando por el país, sin darme cuenta del daño que hacía a aquellos que amaba, me fui a la entrevista, y para cuando volví con la buena nueva del trabajo obtenido, ya no tenía a quien contárselo, es increíble lo rápido que puede llegar el castigo.

El remordimiento me alejó de todos mis amigos, de aquellas personas que me intentaban ayudar, así que con mi nuevo trabajo al hombro, comencé mi vida de silencio, sin nadie alrededor, solo el trabajo y yo. El problema era cuando la luz se iba a la noche, solo, en alguna habitación de hotel, el terror me embargaba, los fantasmas del pasado regresaban, a acusarme, a reprenderme, a aterrarme, como los chicos prendía la luz para espantarlos, la única forma de dormir algunas horas que tenía. Creí que en algún momento me volvería loco e intentaría matarme, pero siempre antes de decidirlo llegaba la mañana, y regresaba a trabajar como máquina.

A dos años del accidente, mi vida ya no existía, solo el trabajo y el dolor, uno se superponía al otro, uno tapaba al otro. Mi trabajo había bajado así que ya no me hospeda en los mismos hoteles de antes, ahora eran pensiones o humildes hoteles de pasajeros, una noche en una olvidada pieza, mientras me sentía protegido por la lampara, la cual alejaba solo unos pasos mis fantasmas, el hotel se quedó sin luz…

…Comencé a escuchar todos los ruidos, y cada uno se me hacía más cercano y peligroso, sentía que cualquier cosa podía atacarme y yo no sabía desde donde, si todos los lugares eran iguales, obscuros, no sé cuanto tiempo habrá pasado, pero solo deseaba que mi corazón se detenga de una vez, ya no quería continuar. De repente sentí una sensación conocida, algo que hacía tiempo no sentía, una compañía en el habitación pero no me aterraba, es más me reconfortaba, sin darme cuenta dije su nombre, Mariana, resonó en el cuarto y después el silencio total, todo ruido desapareció, junto al miedo, sabía que ella estaba conmigo que me entendía y me cuidaba de los fantasmas, que me cuidaba de mi mismo. Me senté en la cama y empecé a contar todo lo que había pasado estos dos años, lo apenado que me sentía por no haberme dado cuenta de que este trabajo no era para mi, que mi lugar estaba con ella y en ningún lado más, que ya era tarde, pero que aún me sentía culpable, y mi dolor era más porque ya no había nadie para pedir disculpas, al terminar esta palabra, me atravesó una tibia brisa, que me envolvió como el más bello abraso, las lágrimas corrieron por mi rostro y un cansancio increíble invadió mi cuerpo, mientras me despedía de la brisa, me recostaba, sintiendo paz, por primera vez en mucho tiempo.

Un tiempo después la luz volvió despertándome, la apague y seguí durmiendo ya no tenía fantasmas que espantar, solo mucho cansancio y la certeza que mañana sería un día largo. Abrí los ojos a un hermoso mediodía, una sensación me embargaba, la necesidad de empezar devuelta, sabía bien que esas palabras eran de ella. Miré mi viejo traje sobre el aún más viejo sillón, entonces entendí que ya no me entraba en el, había crecido desde ayer.

Con unos jeans y una remera, que siempre llevaba y nunca usaba, baje a la recepción, el hombre de la recepción al verme, salto de la silla dirigiéndose hacía mi, mientras me contaba lo que anoche había pasado, desperfecto eléctrico, fue lo poco que saqué en claro de todo lo que dijo, apoye mis manos en sus hombros lo miré a los ojos, el recepcionista, se quedo inmóvil, pobre pensó que estaba enojado, con una sonrisa le dije: gracias, muchas gracias, anoche eh vuelto a vivir y lo abrace.

Después de hablar toda la tarde, con el hombre, contarnos nuestras historias. Me enteré que era el dueño del hotel hace más de veinticinco años, lo había construido con su esposa, la cual murió al dar a luz a la niña, que ahora era una bella mujer y su única ayuda.

No tendría un trabajo para mí, dije sin pensar.

Si no le importa ganar poco, me respondió.

No agregué otra vez sin pensar, pero estaba vez tenía justificativo, los ojos de su hija me habían atrapado.

*

La llave de luz, suele estar cerca del corazón.

Destino

Este cuento merece introducción, ya que consta de tres partes o mejor dicho de 2 y una conclusión, cosa que no suelo hacer con los cuentos pero bueno cuando termine de escribir este estaba leyendo Sartre y tomé un poco de su pensamiento para la conclusión.

Yin

Nace en 1976, Adriana su nombre, la juventud la pasó en el barrio porteño de Núñez , se había criado con la camiseta de River, descendiente de españoles. El primario y el secundario pasaron tranquilos, pero la facultad la tuvo que dejar ya que las cosas habían cambiado y la familia no se sustentaba tan fácil, debía trabajar. El amor le había sido esquivo, según ella, no existía el hombre de su vida, todos la habían decepcionado, aunque siempre cuando decía esto se acordaba de aquel chico que se había cruzado en el viaje de egresados, fue solo una mirada, pero ambos supieron que se tenían que conocer, una pelea de borrachos y lío en el boliche que la siguió arruinó el momento, nunca se volvieron a ver, como siempre que se acordaba de esto, pensaba que ya había pasado mucho tiempo, que no podía vivir en el pasado, y se ponía a hacer otra cosa, internándose en su pasión, que era el trabajo, siempre en la misma empresa, su dedicación la había llevado alto, y los sobrinos eran su relación con el mundo, por ellos soportaba a su hermana, los fines de semanas los llevaba a pasear, esta vez fue al zoológico, estaba igual que todos años, siempre lo mismo, pero a los chicos les gustaba, así que estaba bien, mientras se acercaba a un puestito para comer algo, lo vio y lo reconoció enseguida, habían pasado unos años pero era él, era aquel chico del viaje de egresados, estaba con una nena y parecía buscar a alguien, seguramente estaría buscando a su mujer, su cabeza fue asaltada por sentimientos y miedos, estos últimos triunfaron, prefirió quedarse con un recuerdo, que conocer a la feliz pareja, agarró a los chicos y volteo sin hablar, caminando con paso firme hacia la salida, ya con las llaves de su peugeot 206 rojo en mano, los chicos se quejaban, pero estaba decida.


Yang

Nace en 1974, Miguel su nombre, vivió en Córdoba, hincha de Belgrano toda su vida, el estudio no era lo suyo, en el primario la piloteo, pero el secundario le costó dos años más de lo normal para terminarlo, hacer una carrera, con lo que le costó el secundario, ni a palos pensó. Se dedicó a trabajar de lo que podía, noviecitas pasaron, pero amor no hubo, el amor lo había decepcionado. A los 24 se había casado y tenido una nena, que era el sol de su vida, como le solía decir, pero al poco tiempo su mujer se fue detrás de sus sueños de artista, quedándose los dos solos, y pensar que se había peleado con su familia por casarse con ella, no podía volver a su casa, el orgullo no lo dejaba, le dolía saber que se había casado con ella solamente por que le recordaba a una chica que había conocido en el viaje de egresados, con la que solo una mirada se habían dado y una pelea de borrachos no los dejó concluir la historia de amor que empezaba, pero eran fantasías se decía, su realidad era que habían pasado meses de la su separación y todavía no pasaba nada, su vida estaba en cero, un día tomó coraje hizo las valijas y se fue a Bs. As. a trabajar de cualquier cosa, 2 años en la construcción, de obrero y los últimos 3 de mozo, cada vez que podía salía con su sol, a recorrer la capital, y esta vez tocaba el zoológico, después de haberlo recorrido tenían hambre, junto a su hija se sentó en una mesita de un puesto, para comer unas hamburguesas, cuando las terminaron, quisieron tomar un helado, entonces empezó a buscar al heladero, mientras lo buscaba le pareció ver a alguien conocido entre la multitud, pero cuando quiso ver quién era ya había desaparecido, volvió buscar al heladero pero tampoco estaba, así que tomó de la mano a la nena y fueron por el helado, pero afuera del zoológico y salieron rumbo a Santa Fe, cuando estaban cruzando la calle, un 206 rojo casi los choca, frenando a centímetros de la pierna de él, cuando iba a putear al conductor, se dio cuenta, que era ella, la chica del boliche de Bariloche, esa mirada única. Miguel se acercó a la puerta, Adriana se bajo, ambos se olvidaron del auto mal estacionado y los chicos diciendo me aburro, al fin el tiempo les dio la charla que hace tanto se debían.

*

No hay caso alguna de las tres existe, la magia, la suerte o el destino.



Ahora

Destino es aquello en lo que creemos, cuando no podemos hacer algo o cuando sucede mágicamente, pero aquí es cuando nos acordamos de las palabras de nuestros padres, la magia no existe o sea que el destino no existe, entonces somos totalmente responsables de nuestro futuro nos volveríamos existencialistas, no hay nada que rija nuestras vidas, nos encontramos como únicos creadores y responsables y asumir ese peso suele ser jodido , así que dejamos todo en manos de aquello que esta escrito, de lo que no somos culpables, y nos olvidamos de la magia, de creer que puede haber cosas bellas en nuestra vida sin que las busquemos y dejar el futuro para después y ocuparnos de nuestro presente, de crear en el nuestros sueños, olvidar ese niño interior que lo único que desea es jugar, ahora las responsabilidades ocultaron los buenos tiempos la vida nos exige una mínima organización de horarios y de ideas, después de eso nos sobra el tiempo para vivir, del mañana el destino dirá.

*

Las ilusiones de nuestros sueños, son los miedos de nuestras vidas.

Mejor dormir

Me despertaba con la tímida luz de la mañana entrando por mi ventana, cuando aún con somnolencia me detengo a mirar tu cuerpo desnudo, con total convicción apoyo mi mano en tu vientre, tu piel me da un cálido recibimiento, haciéndome sentir en casa y mi mano con total naturalidad sale a caminar. Recorre plácidamente el camino, cuando ya con un poco de cansancio, duerme una siesta en el valle de tu pecho, ya con fuerzas renovadas decide hacer un poco de deporte, entonces nada en la profundidad de tu cuello, después de un par de largos, se dispone a jugar a las escondidas detrás de tu oreja y debajo de tu pelo, después de muchas vueltas, ve azomar algo en el horizonte y va a buscarlo, sintiéndose una pequeñes frente a la luz de tu rostro, cuando se decide a lanzarse en el oasis de tu boca, con decepción descubre que era un espejismo, cuando quiere encontrarte en tus ojos, ya solo eras un recuerdo.

Con un beso al aire me despido de vos, mirando la triste luz que hoy entra por mi ventana, convencido que serás feliz, estes donde estes.

*

Hay dos realidades una cuando se abrén los ojos y otra cuando se cierran.

Nadie me va pasar por encima

Me caeré mil veces,
Y me levanteré otras mil.
Cuando la tormenta llegue,
Sabré que ya los truenos son míos.

Cada lágrima que derrame,
Se llevará un triste recuerdo.
Cuando la lluvia me moje,
Sabré que es un nuevo día.

Ya no me escondo de nadie,
Si me mirás a los ojos, me encontrarás.
Cuando el viento sople,
Sabré que conozco los caminos.

Atravesaré el huracán,
Solo para decirte, cara a cara.
Nadie me va pasar por encima,
Ni nadie lo intentará de nuevo.

*

Solo se distingue aquel que se ponga de pie primero.

Cinco cuadras

Como duele... como sangra...

Había logrado apoyarme contra una pared, se me hacía tan difícil caminar, había abandonado el bar hacía unos pocos minutos, herido de muerte, mi agresor supongo no fue detenido, es más todavía estaría allí, sabiéndose culpable e inocente. Como fué que no lo ví venir, que no supe interpretar lo que mis amigos me decían a tiempo, todo había cerrado y encajado cuando sentía el frio entrar en mi cuerpo, abriendo una herida que tardaría mucho en cerrar, siempre y cuando no me mate.

Solo eran cinco cuadras hasta mi casa, pero en recorrer una, tardaba más de lo que recorrer todas normalmente, me caía, tropezaba. La gente me miraba como un bicho raro, -asistanme necesito ayuda, estoy muriendo-, quería gritar, solo podía bajar la cabeza y seguir. Había momentos en que no sabía hacia donde caminaba, de a ratos me dejaba morir en el suelo, después buscaba las últimas fuerzas que a mi y a mi orgullo le quedaban y seguía adelante. Se tendría que haber roto y quedarme parte adentro ese dolor no podía ser normal, aunque nunca me había pasado antes, no podía ser tan fuerte, todos hemos tenido rayaduras y cortaduras, pero cuando estas son profundas y mortales asustan y si nos dejan al borde la muerte, dan pavor, hacen que veamos lo vacio de nuestra vida, eso que hicimos eso que no dijimos, nos queda el consuelo de pensar que si salimos de esta vamos a ser diferentes, que todavía estamos a tiempo, de hacer y decir.

Ya estaba en la esquina, solos unos pasos más. Estaba amaneciendo, ¿cuánto había tardado en llegar? Me habría desviado en el camino, nunca lo sabré. El portero me miraba más procupado en que no le ensucie el piso, que en mí, yo baje la cabeza y seguí, me sentía defraudado, vencido, sin fuerzas ni siquiera para devolver la mirada.

El ascensor, la puerta, creo que quedó abierta.

La cama, me tiré, solo quería dormir. Sabiendo que mañana cuando me despierte aún dolería y lo haría por mucho tiempo, pero creyendo fervientemente que me importaría un poco menos ella y que me haya dejado.

*

Yo creo, en la reencarnación, ya que en una misma vida morimos varias veces.

Pasó

Lo nuestro fue fugaz, tan fugaz que habría vendido mi alma por que dure un segundo más, vos fuiste la persona que esperé toda mi vida, perfecta, todo lo que deseaba, se podría decir que fue amor a primera vista, por lo menos de mi parte.

Todo tan rápido, ni tiempo para conocerme y darte cuenta de que nuestra vida juntos habría sido fantástica. Todo tan rápido, ni tiempo para conocer a la vieja, e invitarte a comer su guiso a la española, que si lo vendieran en algún restaurante costaría el sueldo de cualquier gerente, ni yo de conocer a tu familia, a ese hermano pequeño que habríamos llevado al cine a ver las películas de Disney, ni a tu viejo, con el que rápidamente seriamos amigos.

Si hubiéramos tenido tiempo la gente al vernos pasar, sería feliz solamente por al amor que irradiaríamos, pero como siempre se dice el tiempo es tirano. Yo continué mirando por la ventana del subte, mientras que el tuyo cerraba las puertas y se seguía para Retiro y el mio a Constitución, pero estoy seguro que si el reloj hubiese sido más lento que de costumbre y me habría dado más que solo esos pocos segundos en los que estuvimos enfrentados, y ella habría sacado la vista del libro para verme, hoy seriamos una bella pareja.

Es verdad que todo puede suceder en un segundo, pero a veces faltarían unos más.