Donde no hago pie

Me desperté mirándote a los ojos,
la sábana te acariciaba entredormida,
el sol dibujaba formas en nosotros,
la ventana se sabía vencida.

Una mañana detenida en el tiempo,
envueltos en unas olas blancas,
jugábamos como las hojas y el viento,
llenos de tontas palabras francas.

No podría creer en la fantasía,
mis sueños tendrían tal claridad?
¿por gusto en el Averno, estaría?

La contundente triste realidad,
una vez despierto solo viviría,
esa eterna pesadilla de la soledad.