Frente y contrafrente

Este es uno de esos cuentos raros que uno escribe en un momento particular de su vida.

4:38
La puerta se abrió y golpeo con fuerza contra la pared, y ellos entraron llevados por la pasión, Guido quiso hablar y Andrea le puso el dedo en los labios, no nada más que hablar por hoy.

6:35
–Como siempre, lo nuestro queda entre nosotros–, dijo él.

12:23
Guido se levanta al otro día ya solo, el teléfono no paraba de sonar, levantó el tubo y escuchó, esa vos que tanto conoce:

–Boludo!!, siempre durmiendo, despertate–

Era Marce un amigo de siempre, aunque cuando llama es que ya armó algo y no se podía negar, se dispuso a escuchar.

–Mira, hoy a la noche porque no te venís a comer a casa, ya compre todo, un vinito, no sabés, vení con Fer, que hacemos cena de parejas, no te preocupes nada swinger– se ríe y continua casi sin respirar –Te espero a eso de las nueve y media, son tres cuadras nada más, así que sin excusas, cuidate nos vemos, Traeme los libros!!!–

Todavía tirado en la cama, preguntándose por que su amigo siempre cortaba sin esperar la respuesta del otro, peor aún, no podía entender lo que había pasado ayer, hoy la iba a ver devuelta, pero esta ves, estarían todos, tenía que ir a su casa, tenía q mirarlo a los ojos, tendría fuerzas después haber estado con su novia, no solamente eso tendría fuerzas de mirar a Fernanda. La carne es débil, se repetía, mientras se levantaba, hoy si iba a ser un día largo.

13:06
Andrea también se despertaba, en su departamento, que había pasado ayer, fue todo tan rápido, la noche había empezado con el cumpleaños de una amiga, cuando se encontró al mejor amigo, de su novio, quien era más divertido para hablar que sus amigas, con los años se iban poniendo insoportables. Ya cuando quedaban ellos dos solos en el bar, el se ofreció para dejarla en la casa, y de camino le iba a devolver, unos libros de Marcelo, para que se los alcance, no lo soportaba más, todo los días se los reclama. Al llegar al auto, nos olvidamos de los libros y de nuestras parejas, en el bar nos había dado vergüenza pero ahora no nos veía nadie, y en ese momento nos dejamos llevar y de ahí en más, no había nada más que hablar.

19:02
Compré todo, no? Se preguntaba Marcelo, un asado al horno vamos a comer, uy ya siento el olorcito, y con este vinito, comemos, tomamos y después a los otros dos lo hecho, que el vinito me pone cariñoso, ríe solo.

20:16
Ya esta todo en la asadera, lo pongo en horno me lavo las manos y me empiezo a arreglar. Cuando abre la canilla, esta se rompe, como en una película cómica, el agua empieza a mojar todo y entre más intentaba tapar el chorro, este se escapa para cualquier lado mojando aún más, incluida la cafetera y el enchufe, el chispazo fue lo que faltaba esa noche, después la obscuridad y el ruido del agua que seguía saliendo.

20:23
Guido atiende el teléfono, –No sabés lo que paso, de todo, tengo la casa empapada, a oscuras, un quilombo, a mi solo me pasan estas cosas, pero no importa lo hacemos en tu casa, no te jode–

–No– a penas llegó a decir

–Bárbaro, me cambio y me voy para ya, lo bueno que esta todo en asadera, anda prendiendo el horno, tengo un hambre–

21:48
Después del brindis empezamos a comer, Guido y Andrea, estaban muy callados, Mientras los otros hablaban, aunque siempre era así, Fer era la única que en una mesa podía hablar más que Marce, y juntos se potenciaban.

22:50
Tomando un café y escuchando por tercera vez, como el chorro de agua mojaba toda la casa, y él, cual gladiador, luchaba para controlarlo.
Fer la mira a Andrea y le dice: –¿Qué te pasa hoy, va a los dos, nunca los vi tan bajoneados, qué les pasó?–

–Nada– responden, casi al mismo tiempo

–Contame del cumpleaños, de tu amiga que no me dijiste nada, como la pasaron–, sigue Fernanda la frase de Marcelo, –eso, vos como la pasaste, ayer en esa salida con tus amigos del trabajo–.

–Ahh ellos salen, después, no cuentan, los boludos que nos quedamos en casa mirando la tele, no tenemos derecho a saber nada–. Acota Marcelo.

–Estuvo bien– dice ella.

–Si si, yo también la pasé bien– completa el.

Sin levantar la mirada ninguno de los dos.

–Me pueden decir que carajo les pasa a los dos, no los aguanto con esta cara de culo, parecen que tuvieran vergüenza de mirar, de levantar la cabeza, les pasó algo anoche– dijo levantando el tono Marcelo.

Unas lentas lágrimas empezaron a correr por las mejillas de Andrea, Guido no lo podía creer, veía como se empezaba a hundir. Ella casi sin voz dijo: –Anoche me encontré con Guido en el bar– ante la mirada atónita de los otros dos, Guido termino la frase, no podía dejarla sola, en este momento –Nunca quisimos lastimarlos, pero sucedió así–.

Lo que siguió fue un griterío, acompañado de empujones, insultos y calificativos poco alegres.

23:12
–Me voy, no aguanto más estar acá– Corto la discusión Fernanda.

–Vamos mejor, tenés razón, ¿te tiro?– Respondió Marcelo

Ella asintió con la cabeza, salieron de la casa, se subieron al auto y se fueron.

23:21
–Estos dos mosquitas muertas, al final se despertaron– Rompió el silencio Fernanda

–Son más boludos, no pueden ni sostener una mentira, igual como te dije anoche: Como siempre, lo nuestro queda entre nosotros. Uy los libros y las puta que los parió–.

*

Sería más fácil juzgar si vivieramos de los dos lados.

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