Arte Pagano


Arte Pagano fue un bar, en él pasábamos los fin de semanas, inclusive algunos días de la semana, fue un punto de reunión, era un lugar donde uno sabía que podía ir solo, tranquilamente, ya que estaba lleno amigos con quienes compartir una copa y una buena charla.

La idea es hacer una serie de trabajos, e ir probando diferentes técnicas, este el primero de ellos, espero les guste.

Caminos - Par (Quinta parte)

El olor a comida recién hecha, el olor a hogar esperándolo por todos los rincones, de esa vieja ciudad que poco tenía que ver con su pueblo pero que en ese momento podía sentir a toda su familia alrededor, casi veía a Sara cocinando lentamente y a sus hermanos junto a su padre esperando impacientemente, hacía mucho que no pensaba en ellos cuanto tiempo había pasado, como la realidad había borrado muchas cosas, otras habían disminuido, la perspectiva también se aplica a la vida aquello que está lejos, es más chico, y si uno se aleja mucho desaparece. Con las ideas pasa lo mismo, en la distancia son chiquitas, son inofensivas, solo cuando uno esta a su altura entiende las consecuencias, ahora que la idea de estar solo contra el mundo era real, parecía mucho más importante y fuerte que antes, aunque no llegaba a amedrentarlo, sabía que debía seguir, y así lo haría.

Sin darse cuenta se había adentrado en la ciudad, los gruesos muros de piedra escondían una pequeña plaza, con edificios que parecían importantes a su alrededor, era el lugar donde el orgullo de la ciudad residía, como suele pasar, sus miserias también. Partes de piedra en la calle, mostraban que no hace mucho tiempo atrás una batalla se había librado, algunos rostros indicaban que no era tan lejana. Seguía caminando, sus pies nunca se habían detenido, parecían ser llevados por una fuerza extraña, recorrían el lugar como si les fuera familiar, mientras tanto Luther se perdía en la vista, la ciudad era gigante, todo le llamaba la atención le parecía fantástico, único a la vez le parecía mucho ruido, mucha gente, mucha indiferencia, otra contradicción al parecer inseparable.

Dio la vuelta por una pequeña calle, que salía a un costado de la plaza, era mucho más angosta que el resto, más íntima, no había mercaderes y el bullicio iba quedando atrás. Al poco tiempo se encontró en lo que parecía un lugar más pobre de la ciudad, una puerta abierta lo invitó a entrar. El olor a comida apareció nuevamente dando marco a una vieja posada, con una decoración que había soportado varios inviernos ahí colgada, siempre en los mismos lugares, rodeaba por un par de borrachos acodados en la barra, estaba ella, nada tenía que ver con lo que había visto hasta ahora, de una belleza única, aunque aplicada en sus quehaceres, un aire salvaje, casi animal la rodeaba, no podía hacer nada más que acercarse a ella, ya había caído en la trampa que sus ojos y más allá sus cabellos habían sabido fabricar. Soy Luther y te quiero... le dijo, después de un incomodo silencio que ninguno de los borrachos notó, solo ellos dos lo percibieron, lo sintieron, el tiempo se había detenido para ellos, les había regalo sus segundos, hasta que él saliendo del transe completó la frase, ...te quiero pedir algo para comer, Cambiando drásticamente el ambiente, ella le respondió, tienes con que pagarlo, era una situación nueva para él, no se había preocupado aún por el dinero, en los días con el mercader, el se ocupaba de los gastos, ya que administraba la plata de todas las ventas hechas, inclusive las del muchacho, sin saber que hacer la miró con ojos de chico triste, ella le hizo un gesto que la siguiera hacía un costado de la barra, una vez ahí le preguntó: ¿Sabés hacer algo?. Soy herrero, respondió él sin pensar, y se asombró de su respuesta. Está bien, te daré de comer y tomar, pero solo por hoy, después me acompañaras hasta el herrero de la ciudad, para ver si te da trabajo y vuelves a está posada mañana como un hombre de bien y no buscando limosna, has entendido, cerró ella de forma contundente la conversación, él solo atinó a asentir con la cabeza.

Durante la comida, siguió conversando con ella, contando un poco se pueblo y las cosas que habían pasado en estos días, solo aquellas que se podían contar, también rieron y por momentos solo se miraron. Cuando terminó su plato, y estaba por tomar él último trago, atravesaron la puerta dos guardias y con tono autoritario Preguntaron: ¿Hay aquí algún herrero? Uno de los borrachos que todavía quedaba en la barra y había escuchado la conversación entre los jóvenes, señaló al muchacho y dijo: Aquí hay uno. Luther sin poderlo creer aún, vio como los guardias se acercaban, lo tomaron de los brazos y se lo llevaron, antes de cruzar la puerta, dio vuelta la cabeza y pudo ver como ella lo miraba. Una lágrima rodó por la mejilla de ambos.

Buenos recuerdos

No podría decir a ciencia cierta cuanto tiempo hace que estoy caminando, los días se me convirtieron en noches y las noches se funden con las luces, todo es igual, solo el horizonte veo temblar bajo el mirada del sol. Mis pies se hunden, y siento como miles de manos tiran de ellos cuando quiero sacarlos para dar otro paso, cada paso lo pago con tiempo, con el único tiempo que tengo.

Poco me acuerdo de antes de estar caminando, son como recuerdos de otra vida que me asaltan por instantes, un accidente, un imprevisto, puedo ver la cara de susto de la gente, que supongo también era la mía, puedo ver la ansiedad, que se mezclan con sonrisas de otra parte de mi vida, entre las caras borrosas veo a alguien más, alguien que está en el fondo y me mira, con una tranquilidad que no es propia del entorno, cuando quiero fijar la vista, vuelvo a la arena, al desierto, a la monotonía de mis pasos.

Como harán en las películas para encontrar los oasis, si en mi viaje no encontré ni una palmera donde apoyarme, solo arena, es como estar en el espacio, no hay donde ir, no hay donde escapar. Se que estos son mis últimos pasos, las fuerzas quedaron varios metros detrás, y cada vez la arena me parece un mejor lugar donde descansar.

Decidí acostarme, y pasar los últimos minutos de cara al cielo con los brazos abiertos como si quisiera abrazarlo. De repente a través de mis párpados cerrados sentí como se obscureció el día, ¿Cómo podría ser que el medio del desierto algo me haya tapado el sol? Salí de la ensoñación y vi los más bellos ojos que nunca había visto, si tuviera que describirla diría sin miedo a equivocarme que era una Divinidad, que se había escapado de algún cielo lejano, envuelta en telas de colores que jugaban con el aire, su cuerpo y la arena. Me invitó a pararme, y milagrosamente no me dolía nada, no había cansancio todo era felicidad, me hizo seguirla, caminamos hasta que un oasis nos recibió, era increíble, de agua transparente con palmeras que recortaban el sol regalando el descanso de la sombra. Después de tomar unos buenos tragos, unos chapuzones y descansar un poco, me miró y me preguntó: ¿No nos vimos antes?
En ese momento me asalto el recuerdo nuevamente, entre todas las caras e imágenes que se me presentaban, esa figura que se encontraba en el fondo era ella.

Volví a la realidad, pero a otra, estaba en un hospital rodeado de gente que no conocía, escuchaba voces que no entendía, se acercó un hombre entrado en edad, al que el resto miraba con respeto, hablando mi idioma aunque con un extraño acento, me dijo: Tuvo suerte, nadie sobrevive tanto tiempo en el desierto, encima sin agua, supongo que son esas cosas que no se explican con palabras, por cierto, cuando llegó acá, estaba sosteniendo esta tela de bellísimo color.

La reconocí enseguida, era una de las telas en las que ella estaba envuelta, cuando el anciano me la pasó, la tomé en mis manos y un hermoso calor recorrió mi cuerpo, mientras pensaba: gracias, nunca te olvidaré.

Hemingway


La idea era mostrar el paso de los años, la experiencia, la vida.
Después surgió la idea de hacerlo con junto al mar, así que tengo el mar hecho por otro lado y algún día los juntaré, por ahora, solo este boceto.

Amarilys

Un muy humilde homenaje a Mondrian, artista que admiro profundamente.
También es mi primer paso con el pincel.

Caminos - Fruto del bosque (Cuarta parte)

Se despertaba con los rayos de luz, que hábilmente escapaban de los brazos de los árboles, un mezcla de sensaciones lo rodeaban junto a las hojas del suelo. Se miró y volvió a la realidad de golpe, se vio lleno de sangre una parte suya y la otra de..., poco podía acordarse de la noche anterior, solo la velocidad, las ramas golpeándolo como si quisieran detenerlo. El ruido de su estómago le demostró que la vida más allá de las cosas feas que nos pasen, siempre sigue y depende de nosotros seguir con ella, ahora tenía hambre, pero antes de saciarla necesitaba primero limpiarse, no podía llegar a ningún pueblo así, lo asociarían con el asesinato, debía encontrar un lago o un río. Mientras caminaba agudizando el oído para guiarse hasta el espejo de agua más cercano, pensaba que podría ser juzgado y hasta condenado, por este crimen, podría perder su vida, por aquel que lo había ayudado a perder todo el resto, había dejado atrás a su familia y su pueblo por creer en ese hombre, la realidad le mostraba que aquellos que cumplen nuestros sueños, muchas veces solo lo hacen parecer que es gratis, pero tienen la idea de cobrarse más adelante, esto de ahora en más siempre lo tendría en cuenta.

El sol reflejándose en el agua, hizo de su encuentro con ese pequeño río, una momento inolvidable, que parecía lleno de magia, todo era fantástico y transcurría en un tiempo lento, casi como si fuera un hermoso recuerdo que había borrado los tristes de hace unas pocas horas atrás, luego de jugar un buen rato en el agua, se decidió a secarse al sol, mientras lo hacía vio un pequeño fruto del bosque, parecía llamarlo, como si lo habría estado esperando por siglos, sin ni siquiera preguntarse si podría ser venenoso o no, lo probó y luego comió hasta saciarse del árbol, cuando iba a tomar el último fruto, una imagen le llamó la atención entre la copa de los árboles un techo de tejas se asomaba, parecía un campanario, ¿Sería una ciudad? se preguntó ,solo yendo hasta allá lo averiguaría.

Con veloces pasos llegó hasta la entrada de esa ciudad que parecía haber tenido mejores momentos que ahora, se veía media abandonada, pero conservaba aún majestuosidad de antaño. Entrando se cruzó unos guardias, que pensó lo arrestarían al verlo, para su asombro, ni repararon en él, todavía era una figura vacía en el pueblo, estaba en sus manos crearse, así como su futuro, el olor a comida recién hecha borró los pensamientos de su cabeza, dándole bienvenida a la ciudad.

Caminos - El mercader (Tercera parte)

El viejo carro se movía despacio, el ya cansado caballo que de el tiraba, parecía no poder ir más rápido que eso, los cacharros que colgaban por todas partes, emitían una melodía hipnótica, mientras el pueblo despertaba, el mercader se acomodaba en el centro del mismo. Así los madrugadores fueron los primeros en poder ver sus mercancías traídas de lejanas tierras, rodeadas por fantasías y bellas historias, que por supuesto elevaban el precio.

Uno de los primeros en revisar fue Luther, que esperaba siempre ansioso a cualquier visitante, para que le contara cosas de más allá del árbol cobrizo, de esas grandes ciudades con imponentes castillos y reyes en lujosas ropas. Atraído por un destello, metió la mano en uno de los sacos, para ver que era ese brillo, al tomarlo sintió un fuerte dolor, se había cortado, pero había logrado sacar una pieza única, un colgante, con una cadena de lo que parecía plata que sostenía una piedra roja en forma de punta, ¿Cuánto por esto? preguntó al mercader.

La verdad es una pieza hecha por los mejores artesanos, de unas lejanas tierras al otro lado de gran océano, solo el material de la cadena, ya es rarísimo, una amalgama de plata y un material que nunca pude ni pronunciar, y la piedra es un trabajo, que según parece fue desenterrado hace cientos años y pertenecería a los primeros habitantes de la tierra, dijo el mercader.

La cara del joven brillaba por la historia que había escuchado, ahora más que nunca quería ese collar, pero sabía que no sería barato, impacientemente respondió: solo tengo diez monedas, espero que se suficiente.

El hombre lo miró con cara de no parecerle un trato justo, permaneció en silencio por un tiempo, hasta que dijo: Está bien, no es el negocio que más me conviene, pero considerando que ahora está manchado con tu sangre, me va ser imposible vendérselo a otro, mientras mostraba una desdentada sonrisa. La transacción fue realizada con la mayor normalidad, Luther se disponía a irse, cuando las palabras del mercader, dieron en el centro de su atención. ¿Cómo puedes ser que un jovén con tus inquietudes, este encerrado en este pequeño pueblo? le preguntó. Luther sin dar crédito a lo que había escuchado se dió vuelta y empezó una pequeña charla con el hombre, donde le contó sus deseos de conocer el mundo. Así empezaron a darle forma a una pequeño plan, que hoy a la noche sería llevaba acabo.

Después de cenar, el muchacho se levantó de la mesa y salió como hacía todos los días, se encontró con su amigo, y le dijo unas últimas palabras: Si se lo explicara a mis padres nunca me entenderían, y tampoco espero que tu lo hagas, solo quiero que mañana, se lo comuniques, diles que he decidido irme, que por fin encontré el momento como tu me aconsejabas de dar el zarpazo, que me voy en búsqueda de mis sueños, pero que algún día volveré. Y a ti amigo mio, te deseo lo mejor, sé que serás un hombre de bien y si algún tendría que darle la mano de mi hermana a alguién seguro serías tu.
Wenceslao, se quedó sin palabras, cosa difícil en su caso pero abrumantemente cierta, no podía creer lo que escuchaba, que sus consejos habrían salido tan mal, pero no estaba en posición de hacer más nada, su amigo estaba decido, así que con un fuerte abrazo, lo despidió y le deció lo mejor.

Luther subió a la carreta del mercader y partió. Miró el árbol cobrizo, no sabiendo cuando lo volvería a ver.

Muchos días viajaron, con su compañero, aprendió a que no hay mentiras, sino formas de vender más eficientes, que una noche de lluvia se pasa mejor con una mujer, o con algo que caliente las entrañas.

Un día, cuando se acercaba la noche, después de viajar mucho, tomaron las últimas botellas que les quedaban, mientras reían y hablaban, el mercader miró al joven como nunca había mirado y le dijo, sé que me has estado robando, soy viejo he visto mucho, dame todo el dinero que tienes y estaremos a mano, el muchacho sin entender que pasaba intentaba explicar en media lengua que el nunca había robado nada, ni se le había ocurrido, muchacho dijo el mercader con tono obscuro puedo soportar a un ladron, pero nunca a un mentiroso, mientras Luther intentaba seguir explicando el hombre se le abalanzó, y con una fuerza que parecía sobre humana le apretaba el cuello al jovén, dame el dinero te será más conviniente, escuchó decir entre dientes, casi sin pensarlo, tomo el collar que le había comprado hace un tiempo atrás todavía en su ahora tan añorado pueblo, y con un rápido giro se lo clavó en el cuello al Mercader, la sangre bañaba todo, igual que el terror y la desesperación, salió corriendo de la carreta, corrió y corrió por el bosque, hasta que las piernas no pudieron más y se le aflojaron, y mirando las estrellas, entre las copas de los árboles, se durmió.

El precio de romper las cadenas que nos detienen, es el de romper aquellas nos protegen al mismo tiempo.

Caminos - Amigos (Segunda parte)

Luther: Hoy discutí con mi padre nuevamente...

Wenceslao: Vos sabías que la primera palabra de tu hermana fue Wence?

Luther: Te estás burlando de mi?

Wenceslao: Porqué?

Luther: Te estoy contando algo importante y vos me salís con eso.

Wenceslao: Sabés lo que pasa, cuando un problema sucede todos los días, se termina transformando en una realidad, y estas no se cambian con solo quejarse, necesitan de la acción, de romper con la cotidianidad, con el espiral. Vos me dirás, pero no puedo, entonces te estás mortificando en vano, si la realidad es un gran mar y la corriente es muy fuerte que no nos deja salir, quizás la solución no sea pelear por salir, sino por mantenerse a flote, y esperar a que estemos cerca de una orilla, ahí dar el zarpazo, con todas nuestras fuerzas intactas lograr salir.

Luther: Si te cuento lo mismo todo los días, ¿Porqué no me dijiste esto antes?

Wenceslao: Es que la mayoría de veces no te presto atención.

Luther lo miró como si quisiera matarlo, pero al poco tiempo se rió mientras le pegaba en el brazo y le decía un día de estos te voy a moler a golpes. El otro muchacho reía sin parar, era ancho y más bien bajo, lo que le daba aspecto de inamovible, trabajaba con su padre todos los días en el campo, en las afueras, hacía la tarde pasaba por el pueblo y hablaba un rato con su amigo, se puede decir que tenía el don de la palabra, aunque muchas veces se metiera en problemas por eso, aunque también tenía astucia para salir de ellos, pero ante todo tenía buen corazón, eso hacía que fuera muy querido por todos.

Todos sabemos lo difícil que es poner en práctica en consejo, por más que creamos que es cierto, así Luther llevaba su vida entre el auto-control y su pasión por conocer, sabía que se quería ir que quería saber que había más allá, cruzar el árbol cobrizo para no volver por mucho tiempo, si es que alguna vez lo hacía, también sabía que no tenía nada, no sabía por donde arrancar, en cierta parte sus miedos también los frenaban.

Sabía que quería, pero le faltaba lo más importante, el cómo.

Caminos - El pueblo (Primera parte)

Ya han pasado muchos años de esta antigua historia, pero cada tanto es bello poderla contar nuevamente.

Un pequeño pueblo en la base de una montaña, no había muchos lugares para ir, solo dos caminos, divididos por un viejo árbol cobrizo, era el comienzo o el fin del pueblo según de que lado se esté. Como siempre pasa, pero más en las sociedades pequeñas, son maquinarias donde cada uno ocupa su lugar, es un engranaje, y al morir, su hijo ocupa su lugar, pero que pasa cuando un hijo no quiere ese lugar, cuando la sangre nueva, no quiere correr por viejas venas.

Así llegamos a Luther, un muchacho de unos 16 años, más bien flaco, de estatura media, reservado, podía pasar horas sin hablar, hasta que escuchaba a alguien hablando de la vida más allá del árbol cobrizo, ahí se acercaba al viajero y pedía que le contara todo, como se vivía lejos del pueblo, como eran las grandes ciudades, como era mar.

Este muchacho poco tenía que ver con sus hermanos, Marco, el mayor, siempre había sido intachable, desde chico había demostrado cierto apego a las cuestiones espirituales, siendo así un joven monaguillo, y a penas su edad se lo permitió, ingresó a la vida eclesiástica, últimamente se lo veía poco, pasaba mucho tiempo en el templo. Adela, la menor, todavía no tenía más intereses que esconderse y asustar a cualquier desprevenido, cuando Marco estaba en la casa, solía ser muy divertido, era el blanco preferido de la niña.

El problema siempre fue con Jonás, su padre, un hombre grande y de fuerte carácter, que parecía haber sido forjado en el yunque, como las cosas que creaba y moldeaba, a golpes con su masa, era el herrero del pueblo como la había sido su padre y el padre de su padre, ho había misión más importante que heredar el oficio, pasar la posta y el martillo, su hijo del medio había recibido el honor de ser quién seguiría con la tradición familiar, y le escapaba, poco se podría considerar una traición más grande que esto, que ingrato- pensaba, como puede condenar a desaparecer este oficio que siempre fue el orgullo de la familia, su hermano había tomado, las manos de Señor y con eso no se podía discutir y la más pequeña, debía casarse con alguien distinguido, que el día de mañana distinga a la familia.

Las cenas eran una guerra de miradas, de gestos, de tensiones, que la buena de Sara, la madre, distendía con comentarios y anécdotas, con lo que haría de cocinar al día siguiente, pero nunca lograba muy buenos resultados, Jonás clavaba la mirada en el joven, mientras decía: cuando piensas tomar enserio tu trabajo, tu padre está cada día más cansado y no podrá enseñarte todo lo que te falta, Luther, quebraba su silencio, con firme voz, no voy a ser como tu, quiero conocer, quiero salir, no quiero tu vida. Ahí todo se tornaba difuso, hasta que se ponía más o menos todo en calma, cuando el joven dejaba la mesa de golpe, y su padre se quedaba con la bronca brotando de los dientes.

Algún día se iría de la casa, algún día podría.

Isabelle from Quidam


Es mi primer dibujo, se podría decir que me llevó semanas, y no logré lo que quería, su belleza me fue esquiva, pero bueno, siempre hay un primer paso.

Hora pico

Algún día de un año muy parecido a este, hasta pudiendo ser este tranquilamente, un tren frena en la estación de Yrigoyen, como lo hizo otras tantas veces.

Abre Puertas

Élla: Correte y deja bajar, estos loquitos que están todo el día con los auriculares puestos, no prestan atención a nada.
Él: Dale modelito, todos queremos viajar, esto no es la pasarela.

Cierra Puertas

Al día siguiente

Abre Puertas

Él: Allí está otra vez, con esos tacos no puede ni caminar, encima seguramente, no los compro trabajando.
Élla: Uy! Siempre este parado en la puerta para entrar, no lo aguanto, es de esos que miran mal a todo el mundo.

Cierra Puertas

Un día más

Abre Puertas

Élla: Siempre vos, me cambio de vagón y te encuentro igual, sacate el pelo de la cara y mirá para delante, así ves por donde va la gente, correte!.
Él: Que te pensas que sos Marilyn Monroe, ojalá que a vos también te venga el viento de abajo, pero que te lleve muy lejos, apurate!

Cierra Puertas

El día

Abre Puertas

Élla: Que atrás que quedé, no llego a bajar...
Él: Ya cierran las puertas no llego... llegué
Élla: No puede ser...

Cierra Puertas

Cuando él entró, le tapó la salida a élla, justo antes que las puertas cierren, ahí rompieron el silencio de sus pensamientos para comenzar a cruzar opiniones.

Élla dice: ¡No me dejaste bajar! ¡Por qué no miras donde vas! o los auriculares te tapan los ojos también.
Él (mientras se saca los auriculares) dice: ¡Que te pasa loca!, si no llegaste a bajar será por irte haciendo la estrella arriba de esos tremendos tacos.
Élla: ¡¡Estrella!! Justo vos me decís estrella, que te haces el interesante y no miras a nadie, vos sos un loquito.
Él: ¡¡Loquito!!, anda ¡Gato!.

Élla se disponía a darle un cachetazo, y él que mucho no podía moverse, se preparaba a recibirlo, cuando se dieron cuenta que habían logrado captar la atención de todo el vagón, un súbito ataque de vergüenza los invadió, sin pensar, como chicos que hicieron algo mal se pidieron disculpas, mirando tímidamente hacía abajo, sentían los ojos acusadores de todos lados, mientras el tren entraba a Constitución.

Abre Puertas

Se corren a un costado al bajar, y empiezan a hablar nuevamente, Lorena, dice élla entre risas mientras le extiende la mano, él de igual manera la estrecha y responde: Marcos.

Así entre risas pasaron un buen rato hablando apoyados contra el tren, cuando se dieron cuenta que llegan muy tarde cada uno a su trabajo, decidieron pedir licencia por enfermedad y seguir con la amena tertulia con un cafecito entremedio.

Nunca son malas las diferencias, más si la comunicación reina entre ellas.

He

She gets up early, takes some pieces of bread as breakfast, the only thing on her mind is to leave soon her house, he was still sleeping, so she must be quick or prepare to be caught, she doesn’t want to talk, to look him in the eye, she just doesn’t want him anymore, she was living this theatre too much time, her life would pass until one day would come, must come.

She takes her father’s overcoat, it’s too old, one of his inherit things, as well as some houses that she rents for a living. This overcoat is like an armor, when she is wearing it, she can bare almost anything, anything except him. So, as soon as she can she walks on the street without any direction, the most important thing is not to stop and think, it´s always painful to do so.

Some times she senses his eyes on her back; it feels like a cool air surrounding her so she has to escape, to get to a place where she can’t be hurt, a crowded place where she can’t be found.

Sitting on a bench she sees an old man, perhaps the oldest she has ever seen, he moves his lips and says: “Young lady, why are you so sad, what are you running from?”
And she replies –“I’m running from him”.
-“Who is he?”
-“he is…”
-“My poor girl, you don’t know why you are escaping? When a person tries very hard to forget, they only obtain an isolated life, apart from the reality, in a world of sad memories.
You are running from your fears, from your fear to live, to love and still just to breathe.”
She wants to say something, but the old man is no longer there, “Did I really see him or was it just my imagination?”, she thinks, with a lot of thoughts in her head she starts walking slowly to her house, she takes all the time in the world to do it, no one is waiting for her, she feels cozy and understands that overcoat is not useful now, she takes it off and leaves it on the ground, while she goes away, a memory assaults her, the old man was wearing a very similar overcoat…

(This tale can't be possible without Nou's help, thanks you very very much!)

Imágenes

Caminaba por la playa, con el mar como único testigo de mi presencia, una obscura tarde de invierno, los pensamientos jugaban con mis pasos, los recuerdos como la sal del mar permanecían en las arenas de mis antiguas batallas, se aferraban, como si nunca habrían pertenecido al mar, como si nunca habrían pertenecido a la vida, como si fueran actos de una obra de teatro que lograron coserce a mi vida. La distancia de los recuerdos suele ser singular, la vida en cada fotograma guardada, rompe cualquier regla de igualdad, siendo el corazón la única verdad, como siempre lo es, difícilmente podamos con la mente, aquello que antes no se decidió con el corazón. El Alma hace mucho sabe esto, por eso deja pasar el tiempo para que podamos entender aquello que hacía mucho sentíamos.

Pierdo la vista en el horizonte, donde parece tan fácil acceder a la vida de los ángeles, el sol me obliga a pestañear, al reabrir los ojos, ya no estoy en la playa, ya no hay mar, ni arena, solo las blancas sábanas y la luz que venciendo a la cortina, dibuja figuras en el cuarto en penumbras.

A mí lado está el horizonte, donde la vida del más bello ángel me es posible compartir, y mis ojos se llenan de ella, que se despereza con una sonrisa, mientras da la bienvenida a esta hermosa mañana de verano.

Tener y Poseer

Veo que al Lago sucede,
al agua hace de casa,
mas tomarla no puede.

A la Luna también le pasa,
la luz que nos cede,
es con la que el sol la abraza.

El Cartel en él contiene,
la dirección que conocer cree,
pero el camino lo detiene.

En estas letras lee,
aquello que se tiene
pocas veces se posee.

La esquina (fábula)

Un día llegó a la esquina, que vacía estaba hace años, un nuevo mercader, este cargaba un pesado carro con grandes hogazas de pan, eso no sería nada extraño, si el pan no fuera verde, un verde intenso. La gente del pueblo miraba con cierto recelo al extranjero, no tan solo por serlo sino además por sus grandes panes verdes, ninguno se atrevía ni siquiera a preguntar.

Así los días pasaban, ya la historia había recorrido todo el pueblo y hay quienes hasta aseguraban que estos panes eran venenosos, por estar hechos con unos extraños hongos y el mercader era un loco, otros en cambio iban más lejos aún y aseguraban que esos panes estaban malditos.

Pasaba el tiempo y en el extranjero se notaba la cara de desesperación por vender, cuando alguno intentaba regalar, la gente salía espantada, hasta los muertos de hambre se jactaban de tener aún orgullo como para no comer esos panes.

Cuando el mercader estaba convencido de que se tendría que ir, frenó enfrente a el un lujoso carruaje, de donde bajo un distinguido caballero, se acercó al puesto, preguntó cuanto salía una hogaza, pago exacto por ella, la mordió, era su primer cliente y estaban todos mirando como sería su reacción, el silencio era increíble, nunca la calle había logrado eso hasta los caballos, habían dejado de moverse, entonces el caballero dijo: -Maravilloso. Rápidamente compro todos los panes que restaban en el puesto y ordenó a su criado los subiera a su carro.

Al otro día la gente esperaba impaciente para probar los panes, ya si el caballero más distinguido del lugar los había catalogado como maravillosos, debían serlos. Al poco el tiempo el extranjero vendía normalmente sus panes, nunca faltaban en ninguna mesa.

Poco tiempo después pasó el caballero, el mercader al verlo quizo regalarle todos los panes que ese día había llevado, pero el señor de finos modales se negó, mientras respondía esto: -No me debes nada, por qué a ti un favor no te he hecho, sino he pagado una deuda que debía hace mucho tiempo, cuando el que estaba parado en esa esquina era yo. Así se retiró sin mas.

Quedo el mercader en la esquina, sabiendo que algún día su deuda tendría oportunidad de saldar.

Más importante que saber aprovechar,
es las oportunidades saber dar.

Dar Vida

Ellos

Partía el servicio a Bahía Blanca de Constitución, no con muchos pasajes vendidos, de entre las ventanas que tiene la formación, en una de ellas un hombre de unos cincuenta y largos años, mira con cierta tristeza el paisaje, al lado su mujer lo abraza y le dice: Para mí también es duro, pero no podemos seguir así casi te matan, él asiente con la mirada mientras recuerda la zapatería donde había trabajado los últimos veinticinco años y ahora había tenido que vender, pensaba en lo duro que iba a ser reabrir la de su padre que llevaba un lustro cerrada, cuando de repente las imágenes del asalto interrumpieron en él, como aquel día los malvivientes en el local, recordaba el miedo de que dañen a su mujer, por suerte su hija hacía años que residia en España y no tuvo que vivir todo eso, fue ella la primera en decirles que vendan todo y vuelvan a Bahía, él sabía que en este momento de su vida no necesitaba una grandísima ciudad con grandísimos problemas, sino aquellas calles que lo habían visto crecer, necesitaba estar en casa, en ese mismo momento su mujer lo abrazó fuerte y como si de una conexión mental se tratara le dijo suavemente al oído: yo también quiero ir a casa. La alegría habría sido total si no fuese que la herida le volvió a doler devolviendo las imágenes del robo, como revolvían toda la zapatería en busca de dinero, le exigian más mientras él intentaba explicarles que había sido un día muy malo y era lo único que había, al final se fueron, pero le dejaron de recuerdo un tiro en el estómago, mucho había costado reponerse, muchas operaciones y muchos sustos y corridas, las santas manos del doctor que sin saber bien porqué aún no había podido agradecer.


Ella

Dos asientos más adelante sobre la otra fila, mirando por la ventana su anverso del paiseje, se encontraba una chica de unos veinte años, hasta hace unos pocos meses estaba segura de todo, de haberse ido de la casa, de juntarse a vivir con su novio, pensar que todo había pasado tan rápido, su padre Maestro mayor de obra trajo a comer un día a la casa, a este chico que hacía poco había llegado de Jujuy y era un trabajador incansable, su padre siempre había tenido un corazón gigante y ella una forma de meter la pata única, así empezaron los encuentros furtivos que terminaron con el embarazo, por un momento había creido que su mundo se venía abajo, pero su padre lo tomó mejor de lo que esperaba y con su novio decidieron forman una familia y empezar a construir en el fondo de la casa paterna, su morada.
Las discusiones tienen por costumbre despertar viejos fantasmas dormidos, olvidos y acciones involuntarias que marcaron heridas que nunca cerraron en nuestro recuerdo, así entremedio de gritos y llantos se habla más de lo que se quiere, estos chicos que se encontraban enfrente de un nuevo mundo, tenían tanto para decirse, tanto habían callado, que era inevitable ese momento, eso nunca lo hace menos doloroso.
Aún con las lágrimas en las mejillas llegó corriendo a la estación y pidió un boleto en el primer tren que salia, necesitaba alejarse de todo, aunque lo que más habría querido era alejarse de ella.
Cuando un desperfecto obligó a detener el tren a medio camino y el mundo se volvió vertiginoso, entendió que estando tan cerca del parto, era una locura emprender un viaje, pero ya era tarde para pensar.

El

Cruza la puerta del vagón, esperando encontrar un lugar en silencio, donde poder tener unos horas de sueño, éste que últimamente le era tan esquivo.
Una pareja corria mientras se escuchan los gritos de una chica detrás de un asiento, para su entrenado oído indicaron precisamente lo que pasaba. Corrió instintivamente hasta encontrarse con ella, una joven que en cualquier momento daría a luz, con una mano segura pero llena de comprensión corrió a la señora que intentaba ayudar mientras le explicaba aquello que necesitaba que consiga, como también lo hizo con el hombre que con paso lento se dispuso a ayudar.
El tiempo pasaba en cámara lenta, mientras iban llegando los improvisados utensillos para llevar a cabo la tarea y los curiosos se querían acercar a presenciar el nacimiento, aquel hombre de paso lento, con la voz de los años supo mantener a la gente que solo quería asistir al expectáculo, lejos para evitar moléstias.
El tren milagrosamente empezó a andar, al mismo tiempo que un llanto cortó el aire del vagón, silenció las voces. El jovén de unos treinta y cinco años que había asistido en el parto, sostenia al niño en sus brazos, mirándo a este a la cara entendió que eso solo podía traer buenaventura y con cariño paternal dejó al recién nacido sobre el pecho de su madre.
El viaje llego a su fin rápidamente, no por que faltara poco, sino es que todos estaban demasiado ocupados para deternese a mirar el hipnótico paisaje. Al llegar a la estación una ambulancia esperaba a madre e hijo. La pareja junto al joven fueron a tomar un café al bar, mientras se contaban un poco sus vidas, él, que era o había sido médico, el sanatorio donde estaba se había encargado de hacerlo parecer culpable de la mala administración que había terminado con la vida de un paciente, pero había jurado que se encontraba con otro, una urgencia, pero nadie había apoyado su argumento, estaba en juego el prestigio de un médico importante y el nombre del sanatorio, mucha plata había influido en la memoria de todos aquellos que podían ayudar, cuando vió que ya no tenía oportunidad de ganar, dejo todo en manos del abogado y decidió irse por un tiempo a su Bahía natal, después de escuchar su historia el otro hombre le pregunta, la urgencia aparentemente existentente no será una herida de bala en el estómago, dijo mientras se levantaba la camisa y el médico abrió los ojos como aquel que se encuentra con un viejo amigo.

Oponente

Cuando los campos de batalla, son todos.
Cuando la paz, es solo una brisa.
Cuando las armas ya no funcionan, solo mano a mano.
Cuando el tiempo es vida y la arena, heridas.

Aunque sepa que nunca venceré, seguiré adelante.
Aunque sepa que nunca terminé, me seguiré levantando.
Aunque sepa que cada vez que gane, perderé.
Aunque sepa, seguiré adelante con el corazón.

No puedo caer, si nunca me levanto.
No puedo vencer, si nunca pierdo.
No puedo hablar, si nunca callo.
No puedo, si nunca intento.

50 porciento

Solo puedo partir de mi mismo,
por ser el único piso en este mar.
Pero si no puedo llegar a vos,
me hundiré en estas aguas.

Que sería de mi alma,
sinó me miraras.
Que sería de mi vida,
sinó me tocaras.
Que sería de mis preguntas,
sin tus respuestas.

Si nadie me nombra,
como sé que existo.
Si nadie me abraza,
como sé que respiro.
Si nadie me espera,
como sé adonde volver.

El orgullo te mantendrá de pié,
pero no te hará avanzar.
El ego te dará fuerzas,
pero llevará a pelear.

La amistad, el amor, la pasión,
te harán sufrir, pero también vivir.

Queda en tus manos

Hace un mes atrás, me encontraba aburrido no sabía que hacer para pasar las horas, buscando formas de matar el tiempo, comencé a pensar que podría ser cierto eso que una vez había leído sobre el poder que cada uno tiene en la mente, el problema son las emociones que enseguida te hacen perder la concentración, por eso se hace imposible usar los poderes sobre uno mismo o seres queridos.

Sin creer mucho en todo esto, me senté en el patio, comencé a liberar mi mente dejándome llevar por las nubes y los ruidos aletargados de la tarde. Ante mis ojos apareció ella, una chica hermosa, parecía tan real que casi podía tocarla pero yo no me encontraba en esa habitación y a la vez estaba en todas partes de la misma, hasta en los pensamientos de ella, un sentimiento de lo más extraño, podía ver la pantalla de la computadora que ella miraba, como buscaba un pasaje por internet hacia unas vacaciones diferentes, las que había querido toda su vida, por las que trabajaba las horas que hagan falta y se aguantaba al pesado del jefe, en ese viaje quería conocer a alguien. Al instante se me apareció él, un pibe rubio, no parecía de acá, la ciudad donde se encontraba me era extraña y lejana, el idioma en el que la gente hablaba no me era conocido, pero a través de él, lo entendía sin problemas, podía recorrer toda la calle pero sin alejarme nunca de él y sus pensamientos, me repetía y se repetía que ya hacía un año que su ex-novia, se había ido, convirtiendo su vida en una existencia fantasmal, no había hora donde no la recuerde, ni nadie que pueda eclipsarla, solo se había dedicado a trabajar, el único lugar donde no pensaba, por lo que nunca se había tomado esas merecidas vacaciones, ya hasta en la empresa todos lo forzaban para que se aleje unas semanas, para que sea feliz, saque/sacó el celular y llamamos al trabajo, en un perfecto uso del idioma hablamos con responsables de recursos humanos, comentando que queríamos las vacaciones para el mes que viene y en poco tiempo le confirmaríamos la fecha, del otro lado del teléfono respondieron felices, diciendo que harían todo lo posible por darnos las vacaciones el día que pidiéramos, casi por arte de magia  habíamos llegado a la puerta de una agencia de viaje, entramos, esperamos y cuando nos atendieron dijimos: "quiero viajar a Roma", al mismo tiempo pero en el otro lado del mundo, apoyaba mi mano sobre la de ella sin que ninguno pudiera sentirlo, y buscamos a través de internet un pasaje para Roma, ambos ese mismo día.

Obviamente a él le dieron la vacaciones y ella compró por internet sin problemas el ticket de avión, van a salir cada uno de su país, llenos de esperanzas e ilusiones, con ganas de conocerse, pero solo hay un segundo para hacerlo, cuando hayan desembarcado, se estén por subir al taxi, ambos van a querer tomar el mismo, y ahí se verán por primera vez, ese es el momento será el único que tendrán para conocerse.

Hoy es el día, en un rato estarán yendo al misma taxi, cuando levanten la vista y se miren...

De ahora en más queda en sus manos/poderes queridos lectores las emociones ya no me dejan seguir con la concentración, falta poco tiempo, confío en ustedes.

Valle

El llegaba descalzo, como los que perdieron los zapatos apostando a caminos sin salida.

Ella salia de entre las rocas, como una extraña pero bella flor silvestre.

Se encontraron en la base de la montaña, como los que han pasado varios derrumbes.

Decidieron escalarla, como los que se aventuran a un camino tan imposible como maravilloso.

A mitad de camino desistieron de la idea, como aquellos que entienden que estar completo es unir las dos mitades.

Bajaron en silencio y se despidieron rápidamente, como esos que no se volverán a ver pero se llevaran siempre en el recuerdo y el corazón.

Reinos

Como cuento no me gusta mucho, pero lo divertido o interesante es que me tiraron unas cuantas frases y de ahí surgió este cuento, las agregué en un comentario, por si les interesa verlas.

Heredaba un imperio, aunque él habría preferido heredar abrazos, lo llamaban despectivamente el principito, aquellos que se decían conocerlo, que había nacido con todo servido y solo él sabía lo que había luchado por ser querido. En la soledad de la cima donde estaba ubicado sin nunca haberlo pedido, no había conocido la amistad, ni el amor, todo llegaba desde lejos, si la pureza quedara a las puertas de su mansión, esa que le parecía tan ajena.

La vieja mucama de toda la vida estaba ya anciana, entonces hubo que traerla a élla para ayudar, él se perdió en sus ojos obscuros cuando la vio. Nunca había pasado mucho tiempo en su cocina, pero una extraña fuerza lo llevaba a frecuentarla últimamente, descubrió que en las charlas con élla hasta altas horas de la noche, había descubierto más sobre el mundo y sobre él de lo que había sabido toda su vida. Élla era mucho más que hermosa, era su amiga.

En las vacaciones de ese año, él se fue con élla, a conocer su familia al pequeño pueblito, a ese universo paralelo, donde no era el principito, donde no era nadie, donde era con élla, así disfrutando de las pequeñas cosas de la vida, fue jugando a crecer lejos del reino y del rey, no quería grandes casas, grandes imágenes de cartón, que solo quería grandes abrazos.

Descubrió que no necesitaba mucho para ser feliz, que los lujos materiales le habían apretujado el corazón todos estos años, que las luces de colores no brillan si no se comparten con otro, que el invierno es mucho más frío si no se puede abrazar, que el verano es agobiante sino se tiene con quién escapar a otra realidad, que su inspiración en pausa ahora era acción.

Esa noche donde la lluvia rompió la tranquilidad de la noche que los abrazaba, que los obligo a salir corriendo, intentando esquivar las baldozas flojas para no seguirse mojando, llegaron a la casa empapados, entraron entre risas e intentando no hacer ruido, cuando la distancia se hizo milimétrica y el amor los llevó a pasear en globo. Dos figuras se estiran al amanecer, después de esa noche de verano, donde el calor no dejaba dormir.