Una historia de historias

Pocas horas antes empezar un nuevo año descubre que en una mano tiene su alma y en la otra inseparablemente la soledad, así empieza...

La historia de Javier

Criado con lo justo, económicamente y afectivamente, en una pequeña casa sin palabras pero con muchos gritos, con pocas caricias y muchos golpes, él fue encontrando su vida en los amigos, en la calle, en las canciones del día a día.

Con sus dieciséis años, ya sabía que quería de su vida, que fuera lejos de su casa, le daban pena sus hermanos, pensar en dejarlos, pero la relación con su padre iba de mal en peor, últimamente el padre encontraba con más frecuencia la botella que las palabras, su madre se sumergía a paso lento en un triste y mudo pantano.

En aquella casa sin árbol de navidad, a eso de las nueve cuando las charlas se habían vuelto un triste balbuceo alcohólico, Javier abandonó el hogar, no necesito desaparecer hacía mucho que allí era un fantasma.

Con la idea de alejarse, subió al primer colectivo que pasaba y viajó durante un buen rato, hasta que decidió que era momento para bajar y seguir disfrutando de la noche bajo las estrellas.

La historia de Mariana

Estudiante modelo en su Córdoba natal, con una prometedora carrera de abogacía. Una familia cariñosa, sus padres y su hermanito, una vida tranquila la cual había sabido compartirla con el mismo novio del secundario que cursaba con ella también en la facultad.

Pero solo la vida sabe las vueltas que recorre, su bella familia se estaba comiendo así misma en una batalla legal por bienes materiales donde rescindían a cada momento los bienes sentimentales. Su novio, aquel que había sabido compartir todo con ella, hoy había encontrado alguien más con quién compartir. Últimamente Mariana se sentía ajena en su casa y en su facultad, decidió irse lejos hasta que las cosas, se acomoden y para acomodarse ella.

Así a sus veintitrés años, terminó viviendo en la casa de una amiga de la infancia en Buenos Aires, al acercarse las fiestas su amiga volvió a la ciudad natal para pasar las fiestas con la familia y aunque la invitó varias veces, prefería quedarse cuidando de la casa y de ella misma, antes que volver.

Esta noche de año nuevo la encontraba muy sola, decidió salir a caminar para calmar los pensamientos con el ruido de sus pasos.

La historia de Mario

Un buen tipo así lo definían sus amigos, con el cual la vida no se portaba bien. De pibe y durante muchos años había sabido trabajar en una fábrica, hoy cerrada, que junto a sus puertas cerró muchas cosas en su vida.

En su tiempo de desempleado, la relación con su mujer había decaído con una velocidad de montaña rusa, llevando a una inevitable separación. De eso ya hacía unos años, pero en los últimos meses su ex, había rearmado su vida, muy lejos de él, haciendo muy difícil ver a sus hijos.

Estas fiestas iban a ser tristísimas, por eso un buen amigo, lo invitó a pasar año nuevo en su casa. A sus cuarenta y dos años, con un trabajo que no sabía más que cubrir lo necesario y que a penas lo separaba de un desempleado, se encontraba viajando con su viejo auto, que además de vehículo era oficina y testigo mudo de sus peores momentos de soledad.

Una luz en rojo de un semáforo, fue el punto de partida de un sentimiento que no lo dejó volver a arrancar una vez cambiada a verde, no quería una familia de juguete para pasar una noche, ahí sentado en el auto, se quedó esperando sin saber que, pero esperando.

La historia de Blanca

Caminaba por su casa, esa que había sabido construir con su marido ladrillo a ladrillo, sentimiento a sentimiento, hoy parecía enorme. Desde que su compañero de viaje, se había bajado de la vida, después de ser consumido desde adentro, la vida había sabido liberarlo, aunque ella se sintiera más atada.

Miraba aquella habitación donde su hijo, se había criado, crecido y aprendido, hoy una eminencia, como lo llamaban, una eminencia que daba cátedra en las universidades más lejanas. Y este año en particular una investigación lo había llevado lejos. Estaba feliz por él, pero solo por él.

La enorme casa construida de recuerdos parecía demasiado pesada para sus huesos cercanos a los setenta años. Necesitaba aire, necesitaba ver gente, necesitaba salir a la calle.

La historia de Año nuevo

Javier con los sentimientos explotando en su pecho, sintió que las piernas se le vencían, la pena vencía, como pudo caminó hasta la plaza que estaba cruzando la calle, se sentó en el primer banco que encontró y con el frío de la noche cálida, dejó caer una lágrima.

Blanca caminaba cansinamente por las calles de su barrio viendo al mismo tiempo todo dos veces, una vez real y otra en el recuerdo, hasta que una imagen supo desprenderla de su obnubilamiento, era un joven de unos dieciséis años que sentado en un banco de plaza, no dejaba de llorar, un llanto casi mecánico pero inenterrumpido, su espíritu de abuela la llevó a sentarse junto a él y charlar, primero con pequeñas palabras, luego con el corazón.

Mario seguía detenido en su auto, sin hacer movimiento alguno, desde aquella luz roja, hasta que la imagen de la plaza de al lado, lo conmovió, esa anciana que se parecía tanto a su viejita y ese chico que era tan su hijo. Cerró el auto, se acercó y con timidez pero con una dulzura que no se conocía preguntó a la mujer, ¿está bien el chico?, cuyas lágrimas ya casi habían dejado de caer. Lo invitaron a sentarse y a unirse a la conversación.

Mariana no sabía cuantas cuadras ya había hecho, pero eran muchas y en cada una había revivo su historia reciente, con el alma cansada se quedó mirando sin poder hacer nada, aquella imagen que la llenó de felicidad y amor, esas tres personas en apariencia tan diferentes, pero tan familiares. En ese instante la mujer del grupo la miró con la sabiduría de los años y el cariño del tiempo, le hizo un gesto para que acerque, presa de un hermoso hechizo la chica se acercó, se sentó en esa mesa de fin año, sin comida, sin confituras ni sidra.

Esa mesa llena de amor de hogar.

6 comentarios:

No more to say than this.. dijo...

Piel de gallina con este cuento, así es siempre Dutri, las historias como estan esan ahi en la calle esperando a ser descubiertas, mejor que cualquier mesa, mejor que cualquier licor...

DUTRi dijo...

Nou, gracias me levantaste la autoestima de este cuentito que lo veia como uno de los más flojos del año pasado.

Totalmente no magia en las cosas, sino en nosotros cuando las compartimos.

besos nos vemos

celeste dijo...

muy emotivo el cuento...pero mi pesimismo me lleva a pensar q en realidad ese no era el final de la historia...me hace creer q solo lo cambiaste para hacernos sentir mejor.. a nosotros q te leemos...espero q existan estos finales felices en estas vidas tristes...dejando el pesimismo de lado...en mi lograste tu objetivo..me produjo mucha satisfaccion leer el final del cuento..:)...me dio mucha ilusion...
gracias!!!
besoss!!

DUTRi dijo...

Son historias ajenas a mi que se cuentan en este año nuevo, solo actuo como mensajero, quizas el final no era así pero el devenir de la vida nos permitió un minuto de esperanza, esa misma que hace maravilloso vivir.
Gracias, me gusta que te guste :)

nos vemos besos

La Colo dijo...

me encantó. saber que pudieron sentirse bien, sentirse acompañados...

DUTRi dijo...

Esta bueno cuando la vida nos da tantas vueltas que terminamos felizmente donde no esperabamos.

Gracias Kolo

nos vemos besos