Deuda

Hay algo que nos muestra la vida y muchas veces nos empeñamos en no ver, las deudas más importantes no se pagan a la misma persona con la que la hemos contraído.

Aunque por un principio nos parezca una locura, si nos detenemos a pensarlo vamos a ver que es así, seguramente no le dediquemos, aunque lo intentemos, a nuestros a padres el tiempo que ellos nos dedicaron pero si lo hagamos con nuestros hijos.

Así mismo pasa en todos los aspectos, muy pocas veces tenemos la posibilidad de pagarle a la misma persona, de estar ahí, pero no tenemos que olvidar que la deuda existe, eso que aprendimos, esa mano cuando se necesito, no es gratis, hay devolverla.

Por eso aquel que ha contraído la deuda, debe estar atento y trabajar en sus sentidos, agudizarlos, por que quizás pasen muchos años hasta que se pueda pagar o quizás, la persona este escondida y debamos buscarla.

Hay quienes pueden pensar, me dieron una mano, listo, por que devolverlo, por que preocuparme, y la respuesta es muy simple, es una cuestión de equilibrio, cuando llevamos algo de más sentimos el peso, quizás no en los primeros pasos, pero a larga se siente, de apoco nos va desestabilizando, hasta un momento donde nos preguntamos como llegamos a este embrollo y puede ser que nos hemos llevado cosas de todos y sea momento de pagarlas.

La pregunta que queda picando es, como se comienza la cadena, quien es aquel que sin deuda, paga.  Son esas personas que han aprendido a ser libres. a viajar sin peso extra, a dar, antes de pedir.

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