Al más experimentado Almirante le habían confiado una misión importantísima, buscar un material único, un material con el cual revestir todas las casas de la ciudad, para que pudieran soportar el intenso calor que los asolaba, cruzó mares y océanos, en todos los puertos preguntó, si existía dicho material, pero nada encontraba. Después de meses de búsqueda, volvió a su ciudad, donde al verlo llegar, prepararon rápidamente un gran comité de bienvenida. El Almirante bajo del barco y todos esperaban ver aquel material que los salvaría de ese insoportable calor, pero para su desilusión, nada había conseguido, entonces un hombre le preguntó al Almirante, si todos estos meses de búsqueda habían sido en vano.
No, respondió el Almirante, lejos estuvieron de eso, cierto es que no he encontrado el material buscado, mas en un puerto lejano he aprendido como confeccionar telas livianas y frescas, en otro como construir casas con mejores ventanas donde corra el poco viento que tenemos, he aprendido como usar el agua para enfriar y otras tantas cosas que fui anotando en mi viaje.
Al otro día pusieron en marcha las ideas que el Almirante había traído y en poco tiempo tenían una de las ciudades más frescas y habitables del país.
El Almirante aprendió que quizás la palabra que uno busca no existe, pero a lo largo del viaje bien se pueden encontrar las letras para formarla.
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