E Los O
Sabía que no sería fácil escapar de esta, me lo repetía una y otra vez, mientras miraba la prisión que me contenía, fuertes barrotes y un pesado candado cerrando la única puerta, un candado que cabía perfectamente en la palma de mi mano, pero como muchas cosas en la vida, la libertad y la condena se basaban en un simple y pequeño detalle.
Varios años viendo el siempre cambiante mundo desde mi ventana con cortinas de acero, había hecho amistades, entre ellos mi compañero de la celda de al lado, que mientras peinada su bigote, me decía tranquilamente: no será como estar libre, pero cuando llueve no te mojas y tenés la comida asegurada, sí, hay que salir y hacer una payasadas, dejar a todos contentos, pero con el tiempo te acostumbras y hasta te termina gustando.
Esa vida no era para mí, nunca dejé de extrañar ser libre, un plato de comida y un techo, no son nada, cuando para ello has tenido que dejar todo aquello que te definía, soy una imagen de mi mismo, la sombra de mi ser.
Cansado de todo, sabiendo que la vida marcaba mis últimos años me senté, como solía hacerlo contra la puerta de la celda, inesperadamente se abrió, alguien no había puesto el candado y oculto por una noche cerrada me alejé de todo, para no volver nunca más.
El sol de la tarde iluminaba mi cara marcada por el paso del tiempo, movía los dedos para apretar la tierra debajo de ellos, era mi tierra y quería sentirla, después de muchos años era feliz.
Mi versión de la canción "El Oso" de Moris.
Varios años viendo el siempre cambiante mundo desde mi ventana con cortinas de acero, había hecho amistades, entre ellos mi compañero de la celda de al lado, que mientras peinada su bigote, me decía tranquilamente: no será como estar libre, pero cuando llueve no te mojas y tenés la comida asegurada, sí, hay que salir y hacer una payasadas, dejar a todos contentos, pero con el tiempo te acostumbras y hasta te termina gustando.
Esa vida no era para mí, nunca dejé de extrañar ser libre, un plato de comida y un techo, no son nada, cuando para ello has tenido que dejar todo aquello que te definía, soy una imagen de mi mismo, la sombra de mi ser.
Cansado de todo, sabiendo que la vida marcaba mis últimos años me senté, como solía hacerlo contra la puerta de la celda, inesperadamente se abrió, alguien no había puesto el candado y oculto por una noche cerrada me alejé de todo, para no volver nunca más.
El sol de la tarde iluminaba mi cara marcada por el paso del tiempo, movía los dedos para apretar la tierra debajo de ellos, era mi tierra y quería sentirla, después de muchos años era feliz.
Mi versión de la canción "El Oso" de Moris.
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