Porqué luchamos en batallas perdidas, que nos hace movernos cuando se acabaron las fuerzas, de donde sacamos esperanzas cuando todo es obscuro, que nos hace creer que un reflejo en un gastado metal es un mensaje divino de seguir adelante.
Sabemos el final del libro, hemos leído todas las páginas e inclusive visto la película, conocemos las respuestas a las preguntas aún aquellas que no queremos hacernos, no hay sorpresas, no hay rutas sin recorrer, hemos dibujado cada relieve del mapa.
No hay profecía, ni tarot de buen augurio, ya no quedan refuerzos para esta guerra, somos los que estamos, sin armas, sin trucos y ya sin esperanzas.
¿Y qué es lo que nos hace seguir adelante?
Cuando todo es un gran vacío y cada cosa tiene aroma y esencia a derrota, en el momento que la casa es una fotografía gastada de alegrías de otros tiempos y el alma se endureció. El único camino es la batalla, no se puede abandonar, porque nuestra propia existencia esta en ella, cuando se dio mucho no se lucha por ganar, sino por conquistar aquellas zonas, una vez nuestras, que hoy nos son ajenas.
Tenemos la obligación de levantar los cimientos caídos, de ponernos de pie aún cuando las piernas tiemblen, de mirar a los ojos a la tormenta.
Somos los protagonistas de nuestra vida y nunca podremos ganar, si dejamos de luchar.
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