Salía de mi casa apurado, como todos los días, cuando de ningún lado sale un chico, de no más de diez años, deteniéndome en seco para evitar el choque, me saco un auricular para enterarme que pasaba.
-Señor, ¿Cree en la magia? -dice el chico.
-Si -respondí sin pensar.
-Entonces, ¿Cúanto pagaría por la magia? -Al mismo tiempo que me muestra el número de una rifa.
-¿El premio es bueno? -le pregunte
-Si si -contestó casi sin dejarme terminar.
-Unos cinco pesos estarían bien -le dije mientras ponía una exagerada cara de seriedad.
La cara del chico se sonrió e hicimos la transacción.
Cuando doy vuelta el número veo la dirección de una esquina escrita, junto a la fecha de hoy y una hora que exigía puntualidad.
-Pibe, no me dijiste que era tan lejos, tengo media hora para llegar después que salgo del laburo -Le grite al chico que ya se había alejado bastante.
-El que cree en la magia sos vos -así me cerró la boca, me quedé pensando como me jodió. Ahí mismo me di cuenta que si no me apuraba iba a llegar tardísimo al trabajo. Estuve todo el día con la idea fija en el número de la rifa, cada tanto lo miraba, creía que me habían jodido, pero después me acordaba de la magia y que el premio tenía que ser bueno, como había pronosticado el chico, sería cierto? lo sabría en poco tiempo.
00:30:00
Terminó la jornada laboral, tenía media hora para llegar, un recorrido que normalmente haría en una, pensando en esto dejé la mochila en el trabajo, no quería que nada me moleste para correr, empecé la carrera y la cuenta regresiva, esquivando la gente, cruzando los semáforos sin mirar, lo único importante era llegar, me lancé en la boca del subte como si fuera una trinchera, cuando terminé de bajar las escaleras descubrí que ahí estaba el subte esperándome, la respuesta era obvia, tenía que saltar el molinete, tropecé y tambaleando sin caerme, entre de cabeza en el vagón, poco antes que cierre las puertas, esquivé las miradas inquisidoras perdiéndome en la muchedumbre y
dirigiéndome a otra puerta.
00:18:47
Salí expulsado del subte derecho a las escaleras, solo una cuadra hasta el bondi, logré alcanzarlo en sincronía y subir sin problemas.
00:14:56
El tiempo pasa de extraña manera cuando estamos apurados, todo nuestro cuerpo se mueve a una velocidad que el universo no reconoce como suya, nos sentimos solos contra el reloj.
00:09:36
¡Este viaje no se termina más!, ya no podía soportar la calma, afuera el cielo se obscurecía y se largaba una lluvia torrencial.
00:01:14
Timbre, escaleritas de un paso, estaba en la calle de nuevo, bajo las estocadas del cielo, solo dos cuadras, iba como llevado por fuerzas ajenas, solo pensaba en llegar.
00:00:02
No sé si fueron mis ya gastados zapatos, la lluvia, las rotas baldosas de Buenos Aires o todo junto, lo que me hizo patinar, cayendo de lado sobre el lodazal de la esquina en cuestión.
00:00:00
Mientras me levantaba con medio cuerpo embarrado, las rodillas aún en la tierra mojada y el número de la rifa milagrosamente inmaculado sostenido en alto con la mano más limpia.
La vi a ella, con su pelo pegado en la cara efecto de la incesante lluvia y con una sandalia rota colgando de la mano, así la vi, simplemente hermosa, eso sin contar que entre los dedos tenía un número de rifa.
No pudimos hacer otra cosa más que reír, mientras recuperábamos el aire de la corrida. Ella me ayudo a levantarme y se saco la sandalia que le quedaba, yo me quité los zapatos y las medias, así nos fuimos caminando felizmente bajo la lluvia. Habíamos logrado algo importantísimo, demostrar la irrefutable existencia de la magia.