Un maniquí frente al espejo,
agradeció:
a sus pies:
por haber caminado siempre hacía adelante, sin miedo a lo que pueda venir.
a sus piernas:
por mantenerlo de pie, cuando no quedaba nada por que hacerlo.
a su cuerpo:
por que cuando dolió hasta las entrañas y sentía que la espalda se iba a partir, nunca haber flaqueado
a su corazón:
por la honestidad, hasta cuando lastima.
a sus brazos:
por nunca haber ahorrado un abrazo.
a su cuello:
por doblarse por en un hombro amigo, pero nunca por la fuerza.
a su sonrisa:
por ser el motor de todo buen día.
a su nariz:
por saber cuando algo no estaba bien, y ya no pertenecía ahí
a sus ojos:
por ver a través de las máscaras.
a sus oídos:
por haber encontrado la canción para cada hora de la vida.
a su voz:
por conocer la palabra gracias.
a su mente:
por saber que uno se define por sus acciones.
frente al espejo ya no había maniquí alguno, había nacido una persona
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario